miércoles, 30 de diciembre de 2009

Ilgauskas, el neoespecialista

El lituano sigue siendo uno de los escuderos más fieles del Rey. Foto:cdn

Pese a la indudable factura física que posee, el baloncesto es uno de los deportes más completos que existen. No se puede concebir un buen jugador que no conjugue los tres pilares básicos del deportista, esto es: físico, técnica e intelecto. Sólo en aquellos, cada vez más extraños, casos en los que estos factores se presentan de manera equilibrada se obtiene una estrella NBA.

Generalmente, un jugador en el inicio de su carrera posee un desarrollado físico y, conforme su cuerpo se va deteriorando, va adquiriendo el intelecto que le permite sobrevivir frente a las jóvenes generaciones, que cada vez corren más rápido, saltan más alto y, en general, juegan más duro. Es por ello que cuando aparece un joven de gran claridad mental, valga el caso de Ricky como ejemplo, el mundillo de la canasta se vuelve loco de alegría.

Una de las facetas donde se puede observar la validez cerebral de un jugador llega a la hora de reciclarse. Esto es, cuando el cuerpo no acepta más batallas que se basan en la pura fuerza bruta. Es el caso del eterno pívot de los Cavaliers, Zydrunas Ilgauskas. El lituano cumplirá con esta su duodécima temporada en la mejor liga del mundo, doce años en los que sólo ha lucido el uniforme del equipo de Ohio, convirtiéndose -con el permiso de LeBron, claro- en toda una institución en los Cavs.

Pero el poste ya no está para ser el faro que guíe a los de Cleveland como años atrás, donde incluso llegó a ir convocado dos veces al All-Star Game. Así, Big Z ha aceptado la llegada de otro veterano e ilustre center, Shaquille O’Neal así como el empuje del cada vez más asentado Anderson Varejao, buscándose una nueva manera de servir al conjunto. Como respuesta a este problema, Ilgauskas ha fabricado una solución que, hasta ahora, parecía sólo reservada a jugadores de baja estatura, esto es, el pívot se ha convertido en un fiable triplista -tal y como demostró en el partido frente a los Kings o, ayer, ante los Hawks, en los que anotó la canasta definitiva tirando más allá del arco-.

Aunque esta situación no es del todo nueva. Ya el año pasado el pívot lanzó 39 triples, dos más que los que había intentado hasta entonces a lo largo de su carrera. Aunque parece que es en esta temporada cuando se ha ganado la confianza de Mike Brown como especialista desde larga distancia, que no duda en apostar al gigantón durante los minutos decisivos en una esquina -al más puro estilo Bruce Bowen-, lugar desde donde Ilgauskas no perdona.