Ahora, en el mercado y con 32 años a sus espaldas, el juegador ha declarado que por el momento no le interesa retirarse y que le gustaría probar con una nueva franquicia, a poder ser con alguna aspiración más que la de liberar dinero a todo tren. Y del binomio Antonie Walker y franquicia con ciertas posibilidades -en este caso con todas del mudo- un nombre surge en la cabeza de todo aficionado, Boston Celtics.
Pero ¿qué aportaría Walker a los Celtics? Aparentemente nada. Los de Massachusetts son una máquina bien engrasada en la que tanto veteranos como jóvenes han sabido comprender su papel y unirse en pro del bien común. Un equipo sobrado de talento en el que el soldado universal sólo podría dar minutos de refresco a Eddie House, sexto hombre del equipo.
Pero la escena cambia soberanamente si lo que nos preguntamos es el qué pueden aportar los Celtics a Walker. Boston es un equipo formado, curtido y con un evidente personalidad ganadora. Por ello es difícil pensar que la inclusión de un solo hombre pueda romper la dinámica en la que los orgullosos verdes se encuentran instalados. Sin embargo no es complicado que esta misma dinámica pueda atrapar a Walker, cuyo bajón de juego parece más causa de voluntad psíquica que debido a un desgaste físico producido por la edad. En una palabra, motivación.
Y es que pese a que todo esto probablemente sea producto de la nostalgia -ese valor que siempre está al alza- tampoco parece una operación arriesgada como para no intentarlo. A lo peor, lo máximo que puede ocurrir es algo similar a lo de los Rockets con Steve Francis.
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