martes, 27 de abril de 2010

Las mismas caras, los mismos gestos

Parker, Ginobili y Duncan; eternas armas de San Antonio. Foto: ESPN.com

En lo impredecible de la cita reside la emoción e interés que los Playoffs despiertan en el espectador. Se trata de una tramo de la competición en la que los equipos deben dar el máximo posible y sirven para diferenciar a las estrellas de las futuras leyendas. Y es que, uno puede ser el MVP de la temporada regular, el máximo anotador o hacer que su equipo gane más partidos que nadie durante la Regular Season, pero si no confirmas esta supuesta superioridad durante el tiempo de killers no puedes esperar que la historia reserve un sitio especial para tí. La competencia es alta y, por lo tanto, la exigencia máxima.

Y es en esta época en la que ellos siempre aparecen. Impertérritos, como si el paso del tiempo no fuera con ellos. Vestidos con su eterno y elegante uniforme negro. Portando la sonrisa del villano indestructible en su cara. Sabedores de que, aunque les derriben, siempre van a retornar. Que cada derrota supone más experiencia. Cuando los Playoffs comienzan los chicos de Popovich se encuentran en su salsa, y este año lo están volviendo a demostrar.

Después de tres anillos -o cuatro contando el conseguido el del lock out- suena exagerado el creer que los Spurs puedan pillar de improvisto a alguien. Y es que hace seis temporadas ya que los de San Antonio se proclamaron campeones de la NBA por primera vez con el trío Parker-Ginobili-Duncan como base del conjunto. Muchos años con la misma fórmula como para no saber el peligro intrínseco que en ella reside. Porque el que ahora sea Parker el que sale como falso sexto hombre en vez de Ginobili no se puede considerar un recurso táctico novedoso. Incluso, el juego duro, que en ocasiones sobrepasa del reglamento, es algo que se da por hecho aunque Bruce Bowen ya esté -felizmente- retirado.

Pero, aunque sea la misma película de siempre e, incluso, no gustes del argumento o las interpretaciones -con las que yo no comulgo- la efectividad de la fórmula de los Spurs, actualmente 1-3 en su serie ante unos Mavs diseñados para optar al anillo, es algo digno de aplauso. Una forma de jugar salvaje capaz de sobreponerse a cualquier planteamiento táctico anterior y que, en esta ocasón, ha llevado a Dallas al terreno favorito de los que son, en palabras de Mark Cuban, sus odiados vecinos. Y es que la eliminatoria lleva camino de coleccionar más golpes que un combate de boxeo. La misma estratagema con la que ya dejaron KO, entre otros, a los ilusionantes Suns de D'Antoni.

El lado oscuro ha vuelto, aunque nunca se fue.

martes, 20 de abril de 2010

El camino de la inciación

Durant se enfrenta a Ron Artest, encargado de su marcaje. Foto: ESPN.com

En esta edición de los Playoffs de la NBA se da una circunstancia curiosa, dos franquicias participan por primera vez en su historia del tramo final de la NBA. Oklahoma City Thunder -no lo voy a contar como una continuación de los Sonics pues su historia y palmares se ha quedado para la ciudad de Seattle- y Charlotte Bobcats son los equipos novatos. Dos conjuntos que, curiosamente, se deben medir a los vigentes finalistas en esta primera ronda, un estreno por la puerta grande. Sin embargo, aquí acaban los paralelismos entre dos escuadras que encarnan dos ideas diametralmente opuestas de lo que debe ser la construcción de una plantilla. Dos conceptos diferentes, incompatibles entre sí, pero, como se ha demostrado, igualmente válidos.

Los Thunder, el equipo novel de la liga siendo esta su segunda temporada en OKC, representan a la ambición, muchas veces insolente, que reside en la juventud. Las ganas de hacerlo grande y, además, rápido. Una muestra de ello es el hecho de que hayan sido capaces de lograr 50 victorias este año, doblando así las 23 de la pasada campaña. Un hecho que asusta, más si tenemos en cuenta que los pilares de sobre los que se sustenta el equipo superan ligeramente los 20 años. Unos jóvenes talentos entre los que destaca, sin ninguna duda, la figura de Kevin Durant. Para muchos, el jugador llamado a dominar esta década que ahora se despierta.

El flaco, en su tercer año en la liga, se encuentra por pleno derecho entre los aspirantes al MVP -que se va a llevar claramente LeBron-. Sus medias son, simplemente, de otro planeta. Así, con 30 puntos por noche, es el máximo anotador de la Liga Regular en su tercera temporada entre los grandes. Un dato escalofriante si se tiene en cuenta que lo rubrica con un 47% de tiros de campo. Un exceso encestador que, como ha quedado patente, va en favor del conjunto.

Y si los Thunder se definen en dos palabras: juventud y Durant, los Bobcats también lo podrían hacer igualmente: Larry Brown. Y es que, desde que el veterano técnico llegara al banquillo de Charlotte, la franquicia recién adquirida por Michael Jordan experimentó una frenética actividad en los despachos a fin de confeccionar un plantel al gusto del entrenador. Unas preferencias que siempre han superpuesto a los resultados sobre la estética. A la madurez sobre la juventud. Al sacrificio sobre el talento.

Los Bobcats son un gran bloque de hormigón armado. Un conjunto de duros trabajadores del baloncesto ansiosos por demostrar su valía. No es que no rehuyan el contacto, es que gustan de él. Aquí no hay futuro, superestrellas o estadísticas estratosféricas. El glamour se sustituye por el sudor y sólo se tiene en cuenta el presente que supone cada partido. Mientras otros grandes conjuntos son culpables de caer en la autocomplaciencia durante grandes fases del encuentro, Charlotte siempre da el máximo. Como un martillo neumático que no cesa de golpear durante los 48 minutos y que, en numerosas ocasiones, consigue abrir la grieta deseada en su adversario.

Hubo un tiempo en que los B-cats eran un refugio de jóvenes promesas. Una filosofía de la que no queda ni rastro. Gerald Wallace, Stephen Jackson, Boris Diaw, Larry Hughes o Theo Ratliff son las nuevas caras del equipo. Una coalición de anti-heroes en busca del reconocimiento que creen deber tener. Algo que con esta incursión en Playoffs han logrado, pero que, fieles a su carácter, no les debe satisfacer. No sin luchar. Y para muestra el primer partido de la serie, en el que llegaron con posibilidades a los instantes finales después de una primera parte aplastante por parte de los Magic. No hay miedos o complejos y para ganarles tendrán que luchar más que ellos.

viernes, 16 de abril de 2010

Zaragoza es ACB

Darren Phillip celebra el ascenso con la afición. Foto: Heraldo.es

Es extraño sentarse delante del teclado con las manos temblorosas de la emoción. También lo es el vivir el ascenso de tu equipo a la ACB a través del PC. Es por ello que uno no sabe muy bien qué contar. Casi no se sabe bien lo que se acaba de vivir. En cierto modo, al elegir el periodismo elegí la vía de contar lo que sucede en vez de vivirlo en primera persona. Pero es una situación que todavía me cuesta asumir y que evito adoptar siempre que puedo. Esto es, cuando no estoy trabajando -desgraciadamente la mayor parte del tiempo-.

Pero lo que no quiero es resignarme a expresar públicamente mi profunda alegría por el ascenso del Basket Zaragoza. Equipo del que soy aficionado, abonado -pese a no poder ir prácticamente a ningún partido este año- y, porqué negarlo, un forofazo de los pies a la cabeza. A través de la retrasmisión de FEB.tv he podido ver lo que ha ocurrido esta noche en el Principe Felipe. En un partido que no ha tenido mucha historia, como la temporada en sí del equipo, y en una afición que si bien no se ha mostrado tan ansiosa de ACB como hace dos años, si que ha vuelto a responder llenando una vez más el coliseo zaragocista.

En los diferentes planos de la grada que el realizador ha ido colando durante la retrasmisión he podido ver a compañeros, conocidos y colegas. Caras de nervios y momentos de tensión que afortunadamente se han tornado en alegría y, supongo, fiesta a lo largo de esta noche. Unas sensaciones que, particularmente, me hacen empatizar y consiguen despertar en mi eso que damos en llamar morriña.

Lo que se ha conseguido deportivamente tiene un gran mérito. Es muy dificil ascender en un sólo año. En Zaragoza tenemos algo de esperiencia sobre este tema. Es muy meritorio el haber conseguido permanecer invicto en casa, así como encadenar 17 victorias seguidas. Es muy valioso el haber conseguido ganar a los cuatro mejores equipos de la competición -a falta del último partido en Melilla-. Pero, lo más importante, lo que de verdad resulta complicado, es el poder tener un motivo para celebrar.

Nos vemos el año que viene en ACB.

jueves, 15 de abril de 2010

Tiempo de Playoffs

Cuadro definitivo de los Playoffs. Foto: Marca.com

domingo, 4 de abril de 2010

Butler, una leyenda made in Indiana

Entrenador y jugadores de Butler celebran el pase a la final, el primero en la historia de la universidad. Foto: ESPN.com

Indiana es considerado como el estado del baloncesto. Es por ello que no extraña que varias de las leyendas que rodean al deporte de la canasta tengan el mismo telón de fondo. Un lugar donde se ama el deporte de la canasta más puro que existe, a fin de tener prácticamente más seguidores las categorías de formación que su franquicia de la NBA, los Pacers.

La última de estas historias tiene como protagonista a la pequeña universidad de Butler, flamantes finalistas del March Madness tras derrotar a los siempre correosos Spartans de Michigan State por 52-50. Una victoria que, en cierto modo, recuerda a la siempre recurrente experiencia del Insituto Milan, un pequeño centro de 161 estudiantes que ganó el torneo estatal de baloncesto en 1954 y que pasó a la memoria colectiva tras ser recreado en la película Hoosiers (leer más).

Como los héroes de la película, los chicos de los Bulldogs se han tenido que medir con programas mucho mejor dotados que ellos. Con futuras estrellas de la NBA. Con gente experimentada de la talla de Tom Izzo, entrenador de Michigan State. Pero, sin embargo, se han sabido sobreponer a todos los contratiempos y rivales para hacer de su sistema la carta ganadora. Para llegar a una final que se disputa en Indianapolis, ciudad donde el college está radicado.

La filosofía de Butler se basa en la defensa. Se suele decir que los ataques pueden ganar partidos pero es desde atrás donde se conquistan los campeonatos, un método que el jovencísimo entrenador Stevens -sólo tiene 31 años aunque por su aspecto parece un jugador trajeado- ha aplicado con gran éxito. Su equipo muerde atrás, presionando todas las líneas de pase y forzando muchas pérdidas en el equipo rival. En ataque, sin embargo, suele renunciar al contraataque para aplicar un sistema en estático que le ha aportado muchos réditos. La circulación de balón como prioridad. El pase extra llevado hasta el exceso. Un juego que le permite aprovechar las largas posesiones existentes en el baloncesto universitario al máximo. Sin pérdidas. Sin tiros forzados. Juego a pocos puntos, sí, pero son fiables como pocos.

Su principal estilete es el sophomore Gordon Hayward, un alero de más de dos metros y cara de niño bueno capaz de hacer de todo y todo bien. El triple es la prioridad del equipo, aunque si debe penetrar o jugarse las habichuelas contra los hombres grandes también lo puede hacer. Además no le tiembla la mano a la hora de asumir la responsabilidad, algo fundamental para llevar a un equipo de las características de los Bulldogs a la gran final por primera vez en la historia de la universidad. Junto a él Shelvin Mack, como amenaza exterior, y Matt Howard, como única referencia interior y principal motor de la circulación dentro-fuera, son las otras referencias del conjunto.

En la final tendrán a todo un clásico de estas lides como Duke, con el histórico Coach K. a la cabeza. Un equipo que podría efectuar un juego similar al de Butler, aunque para esta edición presenta una mayor presencia interior de la mano de Singler, Thomas y Zoubek. Del oficio de los Bulldogs y, sobre todo, de la templanza que estos posean a la hora de afrontar la gran cita dependerá la consecución o no del sueño. Y es que, como dijo Aristóteles, la lucha más fuerte es la que se libra con uno mismo y los nervios en los momentos decisivos pueden ser el principal enemigo los Bulldogs. Un equipo -con todas las letras- que ha demostrado tener argumentos suficientes para otorgar un cierre de oro a lo que ya es una leyenda del baloncesto universitario norteamericano.