sábado, 20 de noviembre de 2010

Pequeña mudanza

Escaneo de la revista 'Basket Life', que destacó a esta bitácora como 'Blog del Mes'. Gracias a @ElCAIalaACB por la captura.

Durante los últimos tiempos este blog ha permanecido más parado que en movimiento. Funcionando a pequeñas rachas, quizás un poco como yo. Con épocas de actividad casi frenética y meses de auténtica sequía, hasta llegar al día de hoy. Un punto crítico en el que emprende una pequeña huída hacia delante.

Nació sin ninguna pretensión y esa ha sido la clave de que lleve abierto más de tres años. Ni expectativas, ni obligaciones. Y así es como ha de seguir. No tengo intención de cerrarlo, y probablemente me vuelva a asomar por aquí, pero me llevo parte de su alma a otro lado.

No es una mudanza completa. No me llevo todos mis enseres. Se asemeja, sin embargo, a cuando uno se marcha de la casa de sus padres para irse a vivir a otro sitio, aunque sea de manera temporal. Una maleta con cuatro camisetas, dos pantalones y unas zapatillas -unas Jordan III, por ejemplo-. Sin embargo la actividad se concentra en el nuevo lugar.

Así nace Juego de gigantes, mi nuevo proyecto. En cierto modo, una prolongación de 3PC. Por ello, a los que aun seguis entrando por aquí de vez en cuando, os invito a que ahora lo hagais a mi nuevo rincón. Sois bienvenidos.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Previa NBA en clave de Twitter



Los Angeles Lakers:
Vigentes campeones. Añaden defensa con Barnes y Ratliff y puntos con Blake. Phil Jackson quiere su cuarto three peat. Kobe su tercero. Palabras mayores.

Phoenix Suns: Se acabó. El proyecto tuvo un bonito final con las finales de conferencia del año pasado.

Golden State: ¿Habrá fiesta sin Don Nelson? Parece complicado. Siempre les quedará Curry y, en menor medida, Monta Ellis.

Sacramento Kings: Cousins parece un buen complemento para Tyreke. Carl Landry es un lujo de jugador. Otro añito de indiferencia.

Los Angeles Clippers: Nombre por nombre pinta muy bien. Griffin es un animal, Baron un jugón y Gordon un superclase. Además está Kaman. En fin, seguro que la pifian.

Portland Trail Blazers: Les toca dar un paso adelante y avanzar alguna ronda de Playoffs. El Roysistema es efectivo, pero resulta bastante aburrido.

Oklahoma City Thunder: Con Kevin Durant todo es posible. Jóvenes y con talento, ¿qué más se puede pedir? Un pívot mejor, quizás, aunque Ibaka tiene su encanto.

Denver Nuggets: El foco está colocado es saber si Melo se va a ir a mitad de temporada o no. Si Billups reconduce a Al Harrington habrá realizado su milagro anual.

Utah Jazz: Cambian a Boozer por Al Jefferson y a Kyle Korver por Raja Bell. Aunque lo mejor será ver a Gordon Hayward junto a Deron Williams. El uniforme nuevo esta muy guapo.

Minnesota Timberwolves: Optan al número uno del siguiente draft. La pareja Beasley-Milicic promete, aunque no se sabe muy bien qué.

Dallas Mavericks: Tras el batacazo de los pasados Playoffs su pronóstico es complicado. Posición por posición es la segunda mejor plantilla del Oeste. Además tienen a Brian Cardinal.

San Antonio Spurs: Los malos nunca mueren. Es más, se han reforzado con Splitter. No les dará para anillo pero no será fácil ganarles.

Houston Rockets: Cuesta creer que vayan en serio. Cuesta creer que estén de reconstrucción. Ni frío, ni calor, aunque con Scola.

Memphis Grizzlies: El año pasado funcionaron. Han renovado a Rudy Gay por el máximo. Cualquier cosa puede pasar con ellos.

New Orleans Hornets: Paul se queda y para ello se ha abierto el camino. Confían en Thorton, le dan una oportunidad a Belinelli y añaden a Ariza como perro de presa. Deben ir para arriba.

Orlando Magic: El año pasado les comieron la tostada y no parece que Quentin Richardson o Chris Duhon les puedan dar un salto de calidad en este.

Miami Heat: Histórico. Ilusionante. Odioso. Dinastía o fracaso.

Atlanta Hawks: Llevan años sin conseguir el plus que les haga subir de peldaño. Han retenido a Joe Johnson, pero no han fichado nada nuevo. Van a pelear, pero no están entre los favoritos.

Charlotte Bobcats: Larry Brown y un puñado de tipos duros.

Washington Wizards: Ha llegado la hora de Jhon Wall. Hinrich, Jianlian, McGee, Blatche... Arenas. No son malas compañías.

Cleveland Cavaliers: No LeBron, no party.

Chicago Bulls: Verano templado. Ni el éxito de Miami, ni el fracaso de New York. Lo mejor: la renovación de Noah. Deben ser campeones de división.

Milwaukee Bucks: Es mejor no exigirles nada. La irregularidad es su bandera e idiosincracia, y no parece irles mal con ella.

Detroit Pistons: Han fichado a McGrady y mantienen a toda la vieja guardia. Lástima, para ellos, que no estemos en 2004.

Indiana Pacers: La gran oportunidad de Darren Collison. No tienen ningún tipo de exigencia, pero si el equipo se mueve al ritmo de O'Brien pueden divertir bastante. Go Psycho-T!

Boston Celtics: Artillería pesada. Han juntado a los dos O'Neal y mantienen al renombrado Big-Four. Se van a dejar llevar un poco, pero son grandes favoritos. No está Scalabrine.

New York Knicks: Amaré y Felton dejan frío. ¿Melo? De momento ver a Anthony Randolph al ritmo de D'Antoni estará curioso.

Toronto Raptors: Si alguien se ha preguntado que papel podría hacer un equipo FIBA en la NBA, que siga a los Raps.

Philadelphia 76ers: Fueron ambiciosos y no les salió bien. Lo más interesante ahora es ver la evolución de Jrue Holiday y Evan Turner.

New Jersey Nets: Lo hicieron tan mal que da miedo decir que la dupla Favors-Lopez junto a Devin Harris y hombres de rotación como Outlaw, Morrow o Murphy parece buen equipo (modesto).

Recordad que podeis seguirme en Twitter @javimercadal

domingo, 24 de octubre de 2010

El primer título del Basket Zaragoza

Phillip, capitán del equipo, abraza a Van Rossom, autor de la canasta de la victoria. Foto: Heraldo.es

Vale que no lo es, pero lo parece. O al menos su alegría sabe similar. No ha habido una gran fiesta colectiva y no contará en el palmarés, pero lo vivido en el Palau Blaugrana es historia del baloncesto zaragozano en general, y, sobre todo, del Basket Zaragoza en particular.

Nunca un equipo aragonés había ganado en la casa del Fútbol Club Barcelona. Ni cuando el malogrado CBZ se codeaba de tú a tú con los grandes. Esto solo ofrece una pequeña muestra de la dimensión que posee el triunfo obtenido. Un valor al que hay que sumar varios factores más como el actual momento del equipo de Xavi Pascual, vigente campeón de Europa, o el historial de desastres y desilusiones llevado a cabo por el club rojillo en sus ocho años de historia.

Pero sobre todo, lo que lo ha hecho tan especial es el cómo se ha producido. No hay duda. El CAI ha jugado un partido excelente. De principio a final. Especialmente en los últimos instantes, haciendo aquello que nunca supo realizar. Dos canastas ganadoras cuando el cronómetro se aproximaba peligrosamente a cero. Una de Quinteros para forzar la prórroga tras haber ido por detrás durante los últimos minutos. Otra at the buzzer de Van Rossom que desató la locura que solo el basket, o situaciones atípicas como el gol de Nayim, puede producir.

No había tiempo para más. Zaragoza ha vuelto a la ACB y lo de hace dos años solo fue producto de un mal experimento en una extraña temporada, que incluso contó con 17 equipos. Esto si que es el ba-lon-ces-to aquel del que hablaba Pepu. Elite. Y el CAI esté a la altura, pese a que su objetivo deba seguir siendo la permanencia. Ver a un jugador de la talla de Cabezas con la camiseta roja -bueno, esta vez la blanca- es una prueba más.

Sea como fuere, y obviando de manera intencionada los dos ascensos y aquella pírrica Copa Príncipe como únicas alegrías de un tiempo muy negro, lo de Barcelona ha sido el primer título de la historia del Basket Zaragoza como club. O al menos, el que nos ha hecho sentir que la vertiente deportiva va, por fin, en consonancia con la masa social.

viernes, 9 de julio de 2010

Flipa, flipa

Al final el mercado veraniego no ha defraudado...

martes, 6 de julio de 2010

Verano de 2010 (cara B)

Joe Johnson seguirá en los Hawks. Foto: ESPN.com

Mucho se había especulado sobre el baile de figuras durante este verano, en el que varias estrellas quedaban completamente libres. Sin embargo, y a falta de que se decida el destino de las piezas más codiciadas, esto es: LeBron, Wade y Bosh, el mercado ha decepcionado a quienes esperaban una auténtica revolución en las plantillas. Así, la mayoría de veteranos que optaron por salirse de sus contratos para renegociar un nuevo salario finalmente optaron por la renovación. Paul Pierce, Dirk Nowitzki, Joe Johnson, este por el máximo posible, o, incluso, el técnico Phil Jackson seguirán defendiendo los colores que les catapultaron a la fama.

Así, mientras los peces gordos se deciden, he aquí un ranking sobre las operaciones que pueden pasar a la historia por lo negativo de ellas. El top 5 de tocomochos veraniegos.

5.- Amaré Stoudamire, New York Knicks
Es obvio que Stoudamire no es un mal jugador precisamente. Y más aun que puede ser una segunda espada perfecta si se le acompaña del jugador franquicia adecuado, aunque a Phoenix no le bastó con el dos veces MVP Steve Nash. Por ello, a no ser que los Knicks se aseguren el sí del Elegido con este movimiento, todo parece indicar que Amaré puede saber a poco a los ilusionados seguidores de la Gran Manzana. Lo cierto es que, después de dos años preparándose para este momento, todo lo que no sea LeBron James o Wade va a saber a decepción en New York. Las cifras, 100 millones por cinco años, están dentro de mercado siempre y cuando las rodillas le respondan, claro.

4.- Rudy Gay, Memphis Grizzlies
Pese a su fama -en mi opinión justificada- de chupón, el alero es un valor seguro. Un físico privilegiado y una técnica decente le han bastado para poder convencer a los Grizzlies para que le ofrezcan 80 millones de dólares por las próximas cinco temporadas. Así, el único pero de la transacción es saber qué lugar ocupará dentro de la rotación, donde OJ Mayo y Marc Gasol parecen llamar fuerte en busca de más protagonismo. Como plan b, es difícil que Gay pierda valor en el mercado y su intercambio, pese a lo alto de su ficha, no debería ser dificil.

3.- Darko Milicic, Minnesota Timberwolves

20 millones por cinco años es el contrato que el poste serbio ha conseguido sacar a la franquicia de Minneapolis tras su rendimiento esta temporada. Un precio que se antoja alto y una duración que puede ser excesiva si el que fuera número tres del draft de 2003 vuelve a reincidir en sus problemas de conducta. La operación sólo se explica por el alto coste que todavía tienen los centímetros en la NBA y es que, al fin y al cabo, Milicic renueva para ser el pívot titular de los Wolves. Una condición que, como mínimo, cuesta lo que Kahn ha tenido que firmar.

2.- Channing Frye, Phoenix Suns

Lo del ala-pívot parece la última solicitud de inscripción al club del cazo mix. Esto es, aquellos jugadores que hacen una temporada buena, generalmente en la que terminan contrato, para firmar un buen salario con el que no volver a dar golpe. Esta por ver si el versátil jugador continúa con el rendimiento mostrado la pasada campaña o bien vuelve a las intermitentes actuaciones con las que deleitó en sus años como Trail Blazer. 30 millones por cinco años son las cifras.

1.- Amir Johnson, Toronto Raptors
Mucha confianza han de tener en él en Canadá para haberle firmado los 34 millones que el alero percibirá por los próximos cinco años. Otras operaciones se pueden justificar en el precio de mercado que puede poseer un determinado perfil de jugador, pero aleros de las características de Johnson no es que escaseen precisamente. Mucho tendrá que mejorar para cumplir las expectativas que su nuevo contrato ha generado sobre él.

martes, 29 de junio de 2010

Lo que ha pasado

Pues yo prefiero a Wade. Foto: sendlebrontochicago.com

Muchas cosas han pasado desde la última entrada del blog, varias de ellas dignas de mención y que en condiciones normales hubiesen copado varias actualizaciones. Así, los Lakers se han hecho con su decimosexto campeonato, quedándose a uno de sus rivales en la final y en la historia.

Se trata del segundo anillo de Pau, que lleva jugadas tres finales con el uniforme púrpura y oro. Gasol mereció ser el MVP de las Finales en detrimento de un Kobe Bryant que retrató todos sus vicios en el último y decisivo séptimo partido. Un lamentable 6/24 en tiros de campo, dos asistencias y cuatro pérdidas fueron los números del jugador que se denominó como la Mamba Negra. Ansias contraproducentes de protagonismo que, afortunadamente para los angelinos, no pudieron con la aportación positiva de un estelar E.T. y del inspiradísimo Ron Artest.

En frente los Celtics tampoco dieron la talla. No pudieron tumbar a su contrincante, pese a haberlo tenido contra las cuerdas durante gran parte del partido, y reaccionaron muy tarde para intentar la remontada. Para colmo Rasheed Wallace ha anunciado su retirada. Aunque eso sí, lo ha hecho después de limpiar su nombre. Mostrando que la clase no se pierde y siempre marcará diferencias.

Además, el draft llegó y se fue sin hacer mucho ruido. Su número uno estaba demasiado claro. John Wall guiará el destino de los nuevos Wizards. Allí, presuntamente, compartirá posición con Kirk Hinrich y deberá confiar en los progresos mostrados por Blatche y McGee durante el tramo final de la pasada campaña. Queda saber qué ocurrirá con Arenas, aunque lo lógico es que termine por salir debido al más que plausible solapamiento de su juego con el del recién llegado.

Además, Gordon Hayward, el jugador que enamoró la pasada edición del March Madness portando la camiseta de Butler, fue elegido por Utah en la novena posicion. Blanco y dirigido por Sloan los Jazz pueden ser un gran destino para él. Sus fundamentos son excelentes y el jugar al lado de Deron Williams no puede ser más apetecible.

Aunque lo que de verdad copa la atención mediática estos días es saber dónde irán a parar los célebres agentes libres del verano 2010. En especial LeBron James, del que se dice que lo tiene apalabrado con Chicago. Por si fuera poco, los Bulls se están moviendo para tener espacio salarial suficiente con el que contratar dos superestrellas. Sólo Rose y Noah parecen intocables y depende de lo que hagan podría significar el resurgir de la ciudad del viento como posible dinastía baloncestística. ¿Qué pasará? A partir del 1 de julio la respuesta.

viernes, 4 de junio de 2010

Artest es la llave

Ron Artest es el encargado de parar a Paul Pierce. Foto: ESPN.com

Hubo un tiempo en el que Ron Artest era un jugador polivalente. Capaz de pegarse a su rival como un chicle en defensa y resolver con cierta solvencia un ataque. Un jugador polémico, estigmatizado en demasía por el día que se le ocurrió subir las escaleras del Palace para pelearse con un aficionado. Y es que aquella macarrada, totalmente fuera de lugar, parece haberle marcado en demasía, mucho más tiempo que los 73 partidos que cumplió de sanción.

Antes de aquello, Ron Ron llegó al estatus de All-Star, amén de haber sido nombrado jugador defensivo del año. Unas condecoraciones que demuestran que un día fue algo más que el jugador alocado que se ha vendido después del follón de Detroit. Ese rol de cabeza loca que, sin duda, él mismo se ha llegado a creer hasta el punto de, prácticamente, pegarse partidos enteros sin mirar a la canasta contraria. Algo absurdo en un jugador que un año superó los 24 puntos por noche.
Pero, tras el primer partido de las Finales parece que por fin se ha reencontrado con sigo mismo. Artest está en paz, y eso le ha convertido en clave del triunfo.

Sin Pierce no hay fiesta en el lado verde. No hace falta una sesuda labor de scouting para saber esto. Ron Ron, como perro de presa que quiere ser, no dudó de emplearse duramente en tan dificil tarea. Así, significativa es la doble técnica que ambos se llevaron cuando sólo habían discurrido 24 segundos del primer cuarto. Son dos jugadores a los que les va la marcha y que además se tienen ganas. Un duelo del que Artest no ha salido derrotado psíquicamente y que, en cierto modo, decantó la victoria para los de Hollywood.

15 puntos, cuatro rebotes, dos robos y la anulación total de The Truth es el balance que se lleva Artest en este partido. Con él en cancha, los Lakers acumulan un parcial de 26 puntos a favor, más que con ningún otro jugador. Ron es clave. Ron es la llave.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Los otros Suns

Admunson y Dudley celebran la segunda victoria ante Lakers. Foto: NBA.com

Phoenix es la sorpresa agradable de estos Playoffs. El que parecía una proyecto agotado al comienzo del torneo, no sólo se ha plantado en Finales de Conferencia de una manera más que digna -con un 4-0 a los Spurs incluido- sino que, en la noche de ayer, colocó el 2-2 en el marcador tras ganar los dos primeros partidos jugados en Arizona. Van a vender cara su derrota, probablemente a sabiendas de que esta puede ser su última oportunidad en mucho tiempo.

Parece el último resorte para un equipo fundamentado en la magia de Steve Nash. El doble ganador del MVP cuenta ya con 34 años y, pese a que sigue en un estado de forma excepcional, no le quedan muchos cursos más a pleno rendimiento físico. Pero, si la dirección y estilo del base continúa siendo el santo y seña del equipo, algo ha cambiado en el planteamiento de los del desierto. D'Antoni se fue, y con él la escuálida rotación de ocho jugadores como máximo. El banquillo ha cobrado especial importancia en los Suns, un refresco necesario para el veterano quinteto inicial.
Dragic, Barbosa, Dudley, Frye y Admunson son la otra cara de Phoenix. Sin una calidad especial o una técnica particularmente depurada, la segunda unidad de los Suns se ha caracterizado por imprimir energía e intensidad al partido, manteniendo e, incluso, dinamitando el choque a favor de los suyos. Erigiéndose en auténticos protagonistas del encuentro en varios momentos puntuales, y fundamentales, de la postemporada. Así, por ejemplo, en la noche de ayer fueron los encargados de finiquitar el encuentro ante los Lakers en el último cuarto o los 26 puntos que Dragic anotó en San Antonio en el tercer partido de la serie.

Una pareja es la que personaliza este cambio de rol, la formada por Dudley y Admunson. Dos de esos jugadores limitados en lo baloncestístico pero capacitados para vaciarse desde que ponen el pie sobre el parquet. Brega y lucha por bandera. Una aportación esencial en lo anímico. Siempre generosos en el esfuerzo, su actitud se contagia al resto del equipo en los momentos críticos. Así, no es raro verles salir a la cancha cuando el equipo se obceca, haciendo el papel de microondas que, en un principio, no deberían tener asignado. No aportan dirección, ni claridad de ideas, ni siquiera una anotación espectacular. Pero con ellos la lucha está asegurada y cada balón parece la última posesión de una final. Un comportamiento ejemplar que mantiene a los rivales a raya.

Los Suns ya no sólo juegan bonito y ahora imprimen mala leche cuando es necesaria. Una combinación que mantiene fresco y activo a uno de los grupos más veteranos de la liga. El lubricante que mantiene engrasada a la vieja máquina.

jueves, 20 de mayo de 2010

Trabajo duro, juego duro

El secreto está en el bloque. Foto: Northstationsports.com

Existe un tópico bastante extendido en el baloncesto que dice que el trabajo duro vence al talento cuando el talento no trabaja duro. A lo que no hace referencia esta expresión es que, en ocasiones, la facultad de trabajar duro no deja de ser un tipo de talento. Un don con el que algunos deportistas nacen y que los diferencia del resto de contendientes. Además, se da la circunstancia de aquellas rara avis que a una facilidad para el juego innata unen una capacidad sacrificio extraordinaria. Teóricas excepciones, sí, pero que esta temporada se han dado cita en Boston, conjuntando el equipo más competitivo de la NBA. Porque lo que fue el nuevo Big Three, el núcleo que delvolvió a los míticos Celtics la gloria del triunfo, no se han conformado con su anillo. Han vuelto. Con el mismo espíritu. Con un miembro más.

Y es que ya no se puede hablar de un trío estelar. Porque dejar fuera de este estatus a Rajon Rondo sería demasiado injusto para con la atribución del veloz base. Porque creer que estos Celtics se han erigido como los máximos protagonistas de estos Playoffs -sin olvidar nunca a los Suns, claro- gracias a la calidad de sus superestrellas resulta demasiado simplista. En estos momentos, los verdes ejemplifican a la perfección el concepto de bloque, de conjunto, trasladado a una pista de baloncesto. Compactos. No hay por dónde meterles mano. Sin puntos débiles ni fisuras. Juegan duro. Defienden duro. Y pobre del que trate de cambiarles la dinámica.

Los Cavs se presentaron ante ellos con la vitola de máximos favoritos al anillo. Con una defensa presumiblemente inexpugnable. Con el jugador más decisivo de la liga. Pero a siete partidos un hombre, aunque en ocasiones parezca un cyborg, nunca va a eliminar a cinco. Y más si estos están dirigidos por un entrenador al que el presuntuoso apelativo de Doc no le queda grande. Juntos descubrieron el equivalente baloncestístico a la fórmula de la Coca-Cola, cómo parar a James. El Elegido llegó a la NBA sin una mecánica de tiro muy depurada. Una tara que se esforzó en remendar y que llegó a reemplazar por un más que fiable tiro de tres pero que escondía un recobeco que el estudioso coach Rivers supo explotar como nadie había hecho antes, El Rey tira mal de media distancia. Lo dice su rango de lanzamientos (ver). Lo confirma su prematuro adiós a la temporada.

Pero la ambición céltica pide más. Por ello no se han abandonado a la auto complacencia. Por eso ayer arrancaron la segunda victoria en Orlando dinamitando el factor cancha a unos Magic que se habían presentado en la Final del Este presumiendo de imbatibilidad. Antoni Daimiel achaca gran parte del resultado a una mala conducción de Van Gundy desde el banquillo de los de Disneyworld (leer). Una visión que puede resultar acertada, pero que responde a un escenario maquiavélicamente perpetrado por Rivers y magistralmente interpretado por sus soldados. A saber, los Magic carecen un base real que mueva el balón para su característico ataque basado en el triple. El rol que el año pasado asumía Turkoglu, vamos. Ése es el botón a presionar. Y en ello andan los de verde -con gran éxito-.

Un trabajo duro que de momento ha eliminado a dos de los máximos talentos del presente, Wade y LeBron, y que previsiblemente lo hará con un tercero, Howard. Pero en el que subyace un especial don para este tipo de empresas. El que poseen jugadores poco estéticos o especialmente dotados de clase o técnica como: Kendrick Perkins, Glenn Davis o Tony Allen. Pero que también poseen antiguos superclases como: Rasheed Wallace, Kevin Garnett o Paul Pierce. Auténticos artistas del juego duro. Perros viejos, con mil y una tretas para desquiciar a sus adversarios.

Espíritu, ambición y talento. Los Celtics, un año más, van en serio.

martes, 18 de mayo de 2010

LeBron apunta hacia Chicago

¿Posibles compañeros? Foto: ESPN.com

Con la prematura eliminación de los Cavaliers a manos de los siempre serios Celtics en la segunda ronda de los Playoffs se desató de manera definitiva la carrera por LeBron James, jugador que acaba contrato en Cleveland y ha decidido salir al mercado para tantear sus posibilidades. La adquisición del Rey sin corona ha sido el principal objetivo de la mayoría de franquicias de la liga, algunas de las cuales, como New York, llevan dos años haciendo hueco salarial con el que poder atraerlo hasta su ciudad. Una misión de la que poco a poco se han ido desmarcando varios equipos, al fin y al cabo James sólo hay uno, y en la que permanecen fundamentalmente cuatro equipos -además de los propios Cavs, claro-: Nets, Clippers, Knicks y Bulls.

Hasta el momento, el culebrón LeBron se ha caracterizado por la búsqueda del detalle, en ocasiones de una manera cuasi-esquizofrénica. Así, situaciones en principio intrascendentes -muchas de ellas provocadas a propósito por el propio jugador- como el color de zapatillas usadas en un determinado partido o el logotipo en una gorra de baseball han provocado miles de interpretaciones de lo más dispares. Al entorno del baloncestista le ha interesado, durante todo este tiempo, mantener la incertidumbre en una respuesta que se ha querido demorar mientras King James seguía en competición.

Paradógicamente, el equipo que menos ruido ha hecho durante este periodo, Chicago Bulls, es el que mejor se ha posicionado tras lo que parece la primera filtración seria desde el lado del alero. Todos los medios norteamericanos se han hecho eco de una presunta llamada telefónica que El Elegido habría hecho Derrick Rose interesándose sobre su el impacto que tendría en el vestuario su posible ingreso en la franquicia que hizo legendaria Michael Jordan (leer). Un movimiento que pondría de manera definitiva a los de Illinois en la cabeza de la liga.

Excluyendo a Cleveland, que como se ha demostrado en estos Playoffs necesitaría la enésima reestructuración de su plantilla para poder darle un anillo a su niño bonito, los Bulls son los únicos candidatos que tienen una cierta planificación de futuro que no incluye a James como pieza fundamental. De hecho, LeBron nunca ha sido el objetivo principal puesto que la idea primigenia de Paxon -y quizás la más lógica- es usar el espacio salarial existente para atar a un poste de calidad que compense la desigualdad exterior-interior existente en la plantilla del United Center. Pero, ¿quién le puede decir que no al jugador que acaba de ganar su segundo MVP de manera consecutiva?

Actualmente sólo Rose, Deng, Noah, Hinrich, Johnson y Gibson tienen contrato para la próxima temporada. Una base joven y, sobre todo, de calidad que podría acercar a James al título. De hecho, sin él, los Bulls han conseguido disputar este año la postemporada y su margen de mejora es bestial. Además, Chicago es la tercera ciudad de Estados Unidos y los Bulls una de las franquicias más mediáticas existentes. El sitio desde el que His Airness inició su imperio, el espejo comercial en el que se siguen mirando todos los deportistas del mundo y el patrón que desde Nike, principalmente, ha seguido desde que firmaron a LeBron.

El siguiente paso a seguir por los Bulls es la contratación de un entrenador que ocupe el hueco existente tras la destitución de Vinny del Negro. Un hombre que termine por convencer al codiciado alero para que se sume al proyecto de Illinois. Todos los ojos apuntaban a Calipari, que sin embargo ha afirmado desear continuar en Kentucky. Una dirección fiable desde la banda, precisamente la pieza que parece haber fallado este año en Cleveland, podría hacer al de Akon decantarse por uno u otro equipo. Y es que, al fin y al cabo esta va a ser la primera vez en su carrera que El Elegido va a poder elegir su destino.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Baloncesto, política y mercadotecnia

Nash con la camiseta que su equipo lucirá esta noche. Foto: NBA.com

Si hay un tema que en estos momentos copa la actualidad norteamericana ese es la polémica suscitada a raíz de la aprobación de la nueva Ley de Inmigración del estado de Arizona. La más dura del país y que, por ejemplo, permite a un policía detener a cualquiera que “sea sospechoso” de ser inmigrante ilegal. Esto es, de hacer una segmentación de la población por perfiles raciales haciendo objeto de ella a todas aquellas personas que tengan rasgos latinos. Una circunstancia que, para sus opositores, choca frontalmente con los derechos civiles que tan traumática implantación tuvieron en Estados Unidos.

La medida, que ha sido objeto de protesta en los núcleos más importantes del país, vuelve a tomar relevancia por su llegada a un escenario tan poco común para las cuestiones políticas como es el deporte profesional estadounidense. Quizás uno de los principales motores económicos y que, tradicionalmente, siempre ha vivido en una extraña dicotomía entre el conservadurismo existente en su cúpula dirigente y la sensibilidad a los problemas racistas existente entre los deportistas, en el caso del baloncesto con una gran mayoría de jugadores de raza negra. Así, no es raro ver que desde la propia NBA se impulsen campañas de apoyo a ciertos temas sociales como puede ser el medio ambiente, incluso tiene su propia división dedicada a la ejecución de obras de caridad llamada NBA Cares, aunque siempre desde un prisma muy superficial. Sin tratar de ofender a cualquier potencial consumidor, sea cual sea su perfil ideológico, y alejado de cualquier tipo de posicionamiento.

En medio de toda esta vorágine, se ha conocido que el equipo de baloncesto de la capital de Arizona, Phoenix, saldrá esta noche a jugar el segundo partido de su eliminatoria contra San Antonio con la inscripción “Los Suns” en su pecho. Un recurso que, hasta ahora, se había utilizado por diferentes franquicias en lo que se conocía como “noches latinas” y que tenían como objetivo identificar a los equipos con el nicho de mercado que suponen las diferentes comunidades latinoamericanas de cada ciudad, esas que ahora se encuentran bajo sospecha tras la entrada en vigor de la polémica ley.

La medida nace del propietario del equipo, Robert Sarver, que ha declarado que esta es la manera de su organización de “honrar la diversidad existente en el equipo, en Arizona y en el país”. Para Sarver la ley resulta “deficiente” y “pone en tela de juicio la igualdad de derechos y de protección ante la ley”. Steve Nash, estrella de los Suns y uno de los jugadores más comprometidos políticamente, también se ha mostrado contento con la medida de su equipo. “La ley envía un mensaje negativo a los jóvenes de nuestra comunidad así que es genial que el dueño haya decidido mostrar su disconformidad. Tiene a todos los jugadores con él”, afirmó el base, que hizo 33 puntos y 10 asistencias en el primer partido de la serie.

Lo que nació como una forma de ingresar más dinero dentro de esa gran escuela de márketing que es la NBA actual se ha tornado en una ingeniosa protesta política. Y lo hace, además, con el oportunismo de una buena campaña de publicidad, aprovechando el Cinco de Mayo, día del orgullo mexicano en EE.UU.

martes, 27 de abril de 2010

Las mismas caras, los mismos gestos

Parker, Ginobili y Duncan; eternas armas de San Antonio. Foto: ESPN.com

En lo impredecible de la cita reside la emoción e interés que los Playoffs despiertan en el espectador. Se trata de una tramo de la competición en la que los equipos deben dar el máximo posible y sirven para diferenciar a las estrellas de las futuras leyendas. Y es que, uno puede ser el MVP de la temporada regular, el máximo anotador o hacer que su equipo gane más partidos que nadie durante la Regular Season, pero si no confirmas esta supuesta superioridad durante el tiempo de killers no puedes esperar que la historia reserve un sitio especial para tí. La competencia es alta y, por lo tanto, la exigencia máxima.

Y es en esta época en la que ellos siempre aparecen. Impertérritos, como si el paso del tiempo no fuera con ellos. Vestidos con su eterno y elegante uniforme negro. Portando la sonrisa del villano indestructible en su cara. Sabedores de que, aunque les derriben, siempre van a retornar. Que cada derrota supone más experiencia. Cuando los Playoffs comienzan los chicos de Popovich se encuentran en su salsa, y este año lo están volviendo a demostrar.

Después de tres anillos -o cuatro contando el conseguido el del lock out- suena exagerado el creer que los Spurs puedan pillar de improvisto a alguien. Y es que hace seis temporadas ya que los de San Antonio se proclamaron campeones de la NBA por primera vez con el trío Parker-Ginobili-Duncan como base del conjunto. Muchos años con la misma fórmula como para no saber el peligro intrínseco que en ella reside. Porque el que ahora sea Parker el que sale como falso sexto hombre en vez de Ginobili no se puede considerar un recurso táctico novedoso. Incluso, el juego duro, que en ocasiones sobrepasa del reglamento, es algo que se da por hecho aunque Bruce Bowen ya esté -felizmente- retirado.

Pero, aunque sea la misma película de siempre e, incluso, no gustes del argumento o las interpretaciones -con las que yo no comulgo- la efectividad de la fórmula de los Spurs, actualmente 1-3 en su serie ante unos Mavs diseñados para optar al anillo, es algo digno de aplauso. Una forma de jugar salvaje capaz de sobreponerse a cualquier planteamiento táctico anterior y que, en esta ocasón, ha llevado a Dallas al terreno favorito de los que son, en palabras de Mark Cuban, sus odiados vecinos. Y es que la eliminatoria lleva camino de coleccionar más golpes que un combate de boxeo. La misma estratagema con la que ya dejaron KO, entre otros, a los ilusionantes Suns de D'Antoni.

El lado oscuro ha vuelto, aunque nunca se fue.

martes, 20 de abril de 2010

El camino de la inciación

Durant se enfrenta a Ron Artest, encargado de su marcaje. Foto: ESPN.com

En esta edición de los Playoffs de la NBA se da una circunstancia curiosa, dos franquicias participan por primera vez en su historia del tramo final de la NBA. Oklahoma City Thunder -no lo voy a contar como una continuación de los Sonics pues su historia y palmares se ha quedado para la ciudad de Seattle- y Charlotte Bobcats son los equipos novatos. Dos conjuntos que, curiosamente, se deben medir a los vigentes finalistas en esta primera ronda, un estreno por la puerta grande. Sin embargo, aquí acaban los paralelismos entre dos escuadras que encarnan dos ideas diametralmente opuestas de lo que debe ser la construcción de una plantilla. Dos conceptos diferentes, incompatibles entre sí, pero, como se ha demostrado, igualmente válidos.

Los Thunder, el equipo novel de la liga siendo esta su segunda temporada en OKC, representan a la ambición, muchas veces insolente, que reside en la juventud. Las ganas de hacerlo grande y, además, rápido. Una muestra de ello es el hecho de que hayan sido capaces de lograr 50 victorias este año, doblando así las 23 de la pasada campaña. Un hecho que asusta, más si tenemos en cuenta que los pilares de sobre los que se sustenta el equipo superan ligeramente los 20 años. Unos jóvenes talentos entre los que destaca, sin ninguna duda, la figura de Kevin Durant. Para muchos, el jugador llamado a dominar esta década que ahora se despierta.

El flaco, en su tercer año en la liga, se encuentra por pleno derecho entre los aspirantes al MVP -que se va a llevar claramente LeBron-. Sus medias son, simplemente, de otro planeta. Así, con 30 puntos por noche, es el máximo anotador de la Liga Regular en su tercera temporada entre los grandes. Un dato escalofriante si se tiene en cuenta que lo rubrica con un 47% de tiros de campo. Un exceso encestador que, como ha quedado patente, va en favor del conjunto.

Y si los Thunder se definen en dos palabras: juventud y Durant, los Bobcats también lo podrían hacer igualmente: Larry Brown. Y es que, desde que el veterano técnico llegara al banquillo de Charlotte, la franquicia recién adquirida por Michael Jordan experimentó una frenética actividad en los despachos a fin de confeccionar un plantel al gusto del entrenador. Unas preferencias que siempre han superpuesto a los resultados sobre la estética. A la madurez sobre la juventud. Al sacrificio sobre el talento.

Los Bobcats son un gran bloque de hormigón armado. Un conjunto de duros trabajadores del baloncesto ansiosos por demostrar su valía. No es que no rehuyan el contacto, es que gustan de él. Aquí no hay futuro, superestrellas o estadísticas estratosféricas. El glamour se sustituye por el sudor y sólo se tiene en cuenta el presente que supone cada partido. Mientras otros grandes conjuntos son culpables de caer en la autocomplaciencia durante grandes fases del encuentro, Charlotte siempre da el máximo. Como un martillo neumático que no cesa de golpear durante los 48 minutos y que, en numerosas ocasiones, consigue abrir la grieta deseada en su adversario.

Hubo un tiempo en que los B-cats eran un refugio de jóvenes promesas. Una filosofía de la que no queda ni rastro. Gerald Wallace, Stephen Jackson, Boris Diaw, Larry Hughes o Theo Ratliff son las nuevas caras del equipo. Una coalición de anti-heroes en busca del reconocimiento que creen deber tener. Algo que con esta incursión en Playoffs han logrado, pero que, fieles a su carácter, no les debe satisfacer. No sin luchar. Y para muestra el primer partido de la serie, en el que llegaron con posibilidades a los instantes finales después de una primera parte aplastante por parte de los Magic. No hay miedos o complejos y para ganarles tendrán que luchar más que ellos.

viernes, 16 de abril de 2010

Zaragoza es ACB

Darren Phillip celebra el ascenso con la afición. Foto: Heraldo.es

Es extraño sentarse delante del teclado con las manos temblorosas de la emoción. También lo es el vivir el ascenso de tu equipo a la ACB a través del PC. Es por ello que uno no sabe muy bien qué contar. Casi no se sabe bien lo que se acaba de vivir. En cierto modo, al elegir el periodismo elegí la vía de contar lo que sucede en vez de vivirlo en primera persona. Pero es una situación que todavía me cuesta asumir y que evito adoptar siempre que puedo. Esto es, cuando no estoy trabajando -desgraciadamente la mayor parte del tiempo-.

Pero lo que no quiero es resignarme a expresar públicamente mi profunda alegría por el ascenso del Basket Zaragoza. Equipo del que soy aficionado, abonado -pese a no poder ir prácticamente a ningún partido este año- y, porqué negarlo, un forofazo de los pies a la cabeza. A través de la retrasmisión de FEB.tv he podido ver lo que ha ocurrido esta noche en el Principe Felipe. En un partido que no ha tenido mucha historia, como la temporada en sí del equipo, y en una afición que si bien no se ha mostrado tan ansiosa de ACB como hace dos años, si que ha vuelto a responder llenando una vez más el coliseo zaragocista.

En los diferentes planos de la grada que el realizador ha ido colando durante la retrasmisión he podido ver a compañeros, conocidos y colegas. Caras de nervios y momentos de tensión que afortunadamente se han tornado en alegría y, supongo, fiesta a lo largo de esta noche. Unas sensaciones que, particularmente, me hacen empatizar y consiguen despertar en mi eso que damos en llamar morriña.

Lo que se ha conseguido deportivamente tiene un gran mérito. Es muy dificil ascender en un sólo año. En Zaragoza tenemos algo de esperiencia sobre este tema. Es muy meritorio el haber conseguido permanecer invicto en casa, así como encadenar 17 victorias seguidas. Es muy valioso el haber conseguido ganar a los cuatro mejores equipos de la competición -a falta del último partido en Melilla-. Pero, lo más importante, lo que de verdad resulta complicado, es el poder tener un motivo para celebrar.

Nos vemos el año que viene en ACB.

jueves, 15 de abril de 2010

Tiempo de Playoffs

Cuadro definitivo de los Playoffs. Foto: Marca.com

domingo, 4 de abril de 2010

Butler, una leyenda made in Indiana

Entrenador y jugadores de Butler celebran el pase a la final, el primero en la historia de la universidad. Foto: ESPN.com

Indiana es considerado como el estado del baloncesto. Es por ello que no extraña que varias de las leyendas que rodean al deporte de la canasta tengan el mismo telón de fondo. Un lugar donde se ama el deporte de la canasta más puro que existe, a fin de tener prácticamente más seguidores las categorías de formación que su franquicia de la NBA, los Pacers.

La última de estas historias tiene como protagonista a la pequeña universidad de Butler, flamantes finalistas del March Madness tras derrotar a los siempre correosos Spartans de Michigan State por 52-50. Una victoria que, en cierto modo, recuerda a la siempre recurrente experiencia del Insituto Milan, un pequeño centro de 161 estudiantes que ganó el torneo estatal de baloncesto en 1954 y que pasó a la memoria colectiva tras ser recreado en la película Hoosiers (leer más).

Como los héroes de la película, los chicos de los Bulldogs se han tenido que medir con programas mucho mejor dotados que ellos. Con futuras estrellas de la NBA. Con gente experimentada de la talla de Tom Izzo, entrenador de Michigan State. Pero, sin embargo, se han sabido sobreponer a todos los contratiempos y rivales para hacer de su sistema la carta ganadora. Para llegar a una final que se disputa en Indianapolis, ciudad donde el college está radicado.

La filosofía de Butler se basa en la defensa. Se suele decir que los ataques pueden ganar partidos pero es desde atrás donde se conquistan los campeonatos, un método que el jovencísimo entrenador Stevens -sólo tiene 31 años aunque por su aspecto parece un jugador trajeado- ha aplicado con gran éxito. Su equipo muerde atrás, presionando todas las líneas de pase y forzando muchas pérdidas en el equipo rival. En ataque, sin embargo, suele renunciar al contraataque para aplicar un sistema en estático que le ha aportado muchos réditos. La circulación de balón como prioridad. El pase extra llevado hasta el exceso. Un juego que le permite aprovechar las largas posesiones existentes en el baloncesto universitario al máximo. Sin pérdidas. Sin tiros forzados. Juego a pocos puntos, sí, pero son fiables como pocos.

Su principal estilete es el sophomore Gordon Hayward, un alero de más de dos metros y cara de niño bueno capaz de hacer de todo y todo bien. El triple es la prioridad del equipo, aunque si debe penetrar o jugarse las habichuelas contra los hombres grandes también lo puede hacer. Además no le tiembla la mano a la hora de asumir la responsabilidad, algo fundamental para llevar a un equipo de las características de los Bulldogs a la gran final por primera vez en la historia de la universidad. Junto a él Shelvin Mack, como amenaza exterior, y Matt Howard, como única referencia interior y principal motor de la circulación dentro-fuera, son las otras referencias del conjunto.

En la final tendrán a todo un clásico de estas lides como Duke, con el histórico Coach K. a la cabeza. Un equipo que podría efectuar un juego similar al de Butler, aunque para esta edición presenta una mayor presencia interior de la mano de Singler, Thomas y Zoubek. Del oficio de los Bulldogs y, sobre todo, de la templanza que estos posean a la hora de afrontar la gran cita dependerá la consecución o no del sueño. Y es que, como dijo Aristóteles, la lucha más fuerte es la que se libra con uno mismo y los nervios en los momentos decisivos pueden ser el principal enemigo los Bulldogs. Un equipo -con todas las letras- que ha demostrado tener argumentos suficientes para otorgar un cierre de oro a lo que ya es una leyenda del baloncesto universitario norteamericano.

lunes, 29 de marzo de 2010

Duke salva el honor de los números uno

Singler se abraza con su entrenador celebrando el paso a la Final Four. Foto: ESPN.com

Cuando en el pasado Selection Sunday la universidad de Duke fue elegida como cabeza de serie una fuerte polémica se desató por todo Estados Unidos. Lo cierto es que el proceso de designación siempre resulta polémico. La falta de unos criterios claros u objetivos para tildar qué equipos merecen qué lugar en los cuatro cuadros hacen que todas aquellas universidades que se sienten perjudicadas muestren su malestar. Se podría decir incluso que todo forma parte del juego. Sin embargo, las elecciones de Syracuse, número uno del país pese a no haber ganado el torneo de la Big East, Kansas o Kentucky parecían muy claras tras la temporada regular y sólo el nombramiento de los Blue Devils en una temporada en la que no habían destacado de sobremanera resultó sorpresiva.

Pero los pupilos del sempiterno entrenador Krzyzewski son los únicos que han sabido responder a las altas expectativas que siempre genera un seed one al colarse para disputar la próxima Final Four. Esta será la decimoquinta presencia de Duke en la parte final del torneo, afianzándose así como uno de los programas de baloncesto más prestigiosos del país. Todo un éxito para un equipo que el año pasado perdía en el draft a uno de sus máximos referentes, Gerald Henderson, y cuya estrella principal, Kyle Singler, ayer firmaba un terrible 0/10 en tiros de campos.

Y es que los Blue Devils de 2010 no son un equipo puramente Duke. Generalmente, el tiro exterior es uno de las señas de identidad del equipo de Coach K. Sin embargo, y pese a contar con buenos bombarderos como Jon Scheyer o Nolan Smith, los de Durham cuentan este año con un poderoso juego interior. Sin duda su parte más fuerte. Además de Singler, que actualmente se mueve más por fuera del arco, las figuras de Lance Thomas y Brian Zobuek han cobrado gran importancia en el juego ya no sólo por su capacidad para mover el balón sino, también, por su aptitud para el rebote ofensivo. No en vano, en la final de conferencia ante Baylor, Duke capturó 22 rechaces en el aro de los Bears. Más que en su propio aro. Una vía, la de la segunda oportunidad, que permitió salvar la mala racha de los tiradores.

Los Blue Devils tienen la opción de hacer historia en una temporada que se preveía como anterior a una más que predecible transición. Otro college histórico como los Spartans de Michigan State y dos inéditas: Butler y West Virginia, serán los últimos escollos.

martes, 23 de marzo de 2010

Los empollones también la saben meter

Los jugadores de Cornell celebran su paso al Sweet Sixteen. Foto: ESPN

La Ivy League es una de las divisiones de la NCAA más conocidas en el mundo entero. Su importancia trasciende ampliamente del ámbito deportivo y su marca es sinónimo de calidad e, incluso, excelencia en el ámbito académico. No en vano, en esta asociación se encuentran algunas de las universidades más prestigiosas del mundo. Aquellas en las que se forman las elites que, probablemente, dominarán el mundo del mañana.

Sin embargo, en el ámbito baloncestístico, la Liga de la Hiedra siempre ha sido sinónimo de debilidad. Generalmente, el cruce ante una de estas ocho universidades -Brown, Columbia, Cornell, Dartmouth, Harvard, Pennsylvania, Princeton y Yale- era celebrado por los seguidores del college rival como a aquel al que le sale el bonus en una máquina recreativa, sólo cabe ganar. Pero algo ha cambiado este año.

No en vano, los Big Red de Cornell son una de las sensaciones del campeonato al lograr alcanzar, contra todo pronóstico, el Sweet Sixteen. Esto es, estar entre los 16 mejores equipos del país, algo que no conseguía ningún equipo de la Ivy League desde 1979, cuando Pennsylvania alcanzó la Final Four. Una auténtica locura -de marzo-, más si tenemos en cuenta que es la primera vez que esta universidad ha conseguido pasar una ronda del torneo final, que sólo han disputado en cuatro ocasiones. No es de extrañar pues que este conjunto de jóvenes empollones sean una de las actuales sensaciones en Estados Unidos.

Cornell llegó al March Madness con el humilde objetivo de pasar una ronda. Tras proclamarse campeones de la Ivy League en las tres últimas ediciones, el de Cornell es un equipo conjuntado y experimentado. Así, la mayoría de sus jugadores se encuentran en su último año universitario. Una última oportunidad de jugar juntos que, sin duda, están alargando al máximo de sus posibilidades.

Con el lanzamiento de tres puntos -colega- como seña de identidad, los de Donahue han bombardeado ya a las defensas de Temple y Wisconsin, que pasaban por ser unas de las más férreas de EE.UU. A esta inmensa batería de ametralladoras -61% de acierto en tiros de campo en el partido frente a los Badgers- se une un Jeef Foote, un pívot de siete pies y una más que aceptable facilidad para doblar balones que convierte a los Big Red en una avalancha anotadora capaz de noquear a cualquier rival. La ilusión y la determinación de saberse capaces hace el resto en defensa.

La siguiente estación en el sueño de Cornell es Kentucky, número uno de la región y actual máximo favorito para hacerse con el título final. El equipo del posible próximo número uno del draft, John Wall. A priori un reto imposible, aunque ¿quién puede creer en los pronósticos o favoritismos a estas alturas de la película?

domingo, 21 de marzo de 2010

Los héores de Northern Iowa

Jordan Elgsder -de fondo- y Lucas O'Rear celebran una acción del partido. Foto: ESPN.com

La Locura de Marzo se denomina así por el gran número de partidos que se aglutinan en un espacio de dos semanas. Pero también por los resultados que en ella se dan, casi siempre fuera de todo pronóstico. La edición de este año está siendo prólifica en este sentido con la prematura eliminación de teóricos candidatos a participar en la Final Four de Indianapolis como: Gerogetown, Villanova, New Mexico y, sobre todo, Kansas, máxima favorita junto a Kentucky para hacerse con el campeonato.

Los Jayhawks se despidieron del torneo en la jornada de ayer tras ser derrotados por la modesta universidad de Northern Iowa en un partido que aglutinó todos los valores que hacen del March Madness un torneo especial (ver resumen). La clásica historia de la Cenicienta, que no por ser cien veces repetida deja de ser igual de emocionante que la primera vez que la observas. Y más si acaba con final feliz, que no suele ser lo normal.

Ver a un equipo altamente limitado pero alegre y combativo tutear a los números uno del país es siempre una alegría. Casta, coraje, pasión e ilusión reunidos en unos chavales que, probablemente, nunca se imaginaron en una situación así. El partido comenzó bien para los Panthers, que rápidamente consiguieron una renta de unos diez puntos ante unos Jayhawks que, pese a haber visto el descalabro de Villanova frente a St. Mary's, salieron con la caraja. Hasta ahí todo normal, el candidato impulsado por la ilusión inicial siempre suele salir más motivado que el favorito aunque de que se dé la vuelta al marcador suele ser, casi siempre, cuestión de minutos. Sin embargo, el tiempo pasaba y los de Iowa a base de intensidad, especialmente en el juego interior, iban noqueando poco a poco a un rival desdibujado que tardó demasiado a creerse que la posibilidad de volverse a casa en la segunda ronda era posible.

A partir de ahí, la épica. Los Jayhawks comenzaron a practicar una defensa presionante que puso en serias dificultades a los Panthers. Algo completamente normal si tenemos en cuenta la escasa calidad de la plantilla que entrena Ben Jackobson. Pero no importaba. Cada posesión era una demostración de ganas. Cada defensa, un clínic sobre intensidad. Las estrellas de Kansas se vieron en todo momento sobrepasadas por un vendaval repleto de emoción. El rigor táctico o la técnica depurada no tenían lugar. El peor enemigo de Northern Iowa eran ellos mismos, el vértigo de verse tan arriba. Un miedo que apareció en los instantes finales pero que el base senior, de nombre impronunciable, Ali Farokhmanesh se encargó de ahuyentar tras anotar un increíble triple en medio de un contraataque que dejó el partido casi sentenciado para los suyos.

Esta es la primera vez que los Panthers harán aparición en los Sweet Sixteen. Y lo han hecho por la puerta grande, apeando a uno de los programas de baloncesto más importantes de Estados Unidos. Hoy, los héroes de Northern Iowa son portada en todos los medios deportivos del país, sabedores de una gesta que tardará en repetirse. Sin estrellas, sin focos alumbrándoles las 24 horas del día, sin lujos ni estética. Pero con mucho corazón, encarnando los valores que se le presuponen al baloncesto universitario.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Joakim Noah, el pegamento de los Bulls

Noah tras robar un balón a Pierce durante los pasados Playoffs. Foto: ESPN.com

No es casualidad que la última victoria de los Chicago Bulls, instalados en una vergonzante racha de ocho derrotas consecutivas en estos momentos, data de la última vez que Joakim Noah pisó el parqué con la camiseta roja sangre puesta. Hizo ocho puntos y capturó 11 rebotes, números nada espectaculares al lado de los 33 que hizo Rose o los 23 que anotó Deng pero cercanos a sus medias de esta temporada, las cuales se sitúan en el doble-doble.

Esta circunstancia ejemplifica dos hechos. El primero, la importancia que el ex de la Universidad de Florida posee en el rendimiento colectivo de los Bulls. La segunda, la regularidad que Noah ha logrado en su tercera campaña entre los profesionales. Todo ello logrado a base de esfuerzo y sacrificio, sobreponiéndose a la multitud de contratiempos que su breve carrera ha sufrido. De estar prácticamente apartado del equipo en su año rookie por su enfrentamiento a Ben Wallace a ser uno de los pilares indiscutibles junto a Derrick Rose en el futuro del equipo de Illinois.

Hijo del tenista francés Yannick Noah y la modelo sueca Cécilia Rhode la vida de Joakim no se puede tildar de complicada. A diferencia de varias de las estrellas actuales, Noah nunca ha tenido la necesidad imperiosa de jugar por dinero, lo que, sin embargo, no le ha conducido a la autocomplacencia del club de se dejaba llevar -Chris Laettner represnt-. Es por ello que renunció a dar el salto a la NBA tras ganar el primer campeonato de la NCAA para los Gators, pese a que en aquel momento era una de las piezas más codiciadas tras haber sido el mejor jugador del equipo durante la Final Four. Noah prefirió continuar disfrutando de la vida en el college, junto a sus amigos con los que hizo historia al lograr el back-to-back en la siguiente temporada gracias a la explosión del ahora pívot de Atlanta, Al Hordford. Jugar por placer, por ser el mejor. Pura esencia baloncestística.

Su llegada a Chicago fue tan esperada como polémica. Con una evidente carencia en el juego interior, Noah llegó a los Bulls para aportar su tradicional intensidad a una rotación corta que sólo contaba con un Ben Wallace en claro declive y con Tyrus Thomas en el papel de eterna promesa como piezas de referencia. Sin embargo las cosas no fueron bien para él y su aclimatación al equipo no fue la esperada. Hasta tal punto que varias veces su nombre fue puesto en tela de juicio, objetivo de posibles intercambios.

Sin embargo, del fracaso de la temporada 2008-09 llegó Derrick Rose en forma de número uno del draft y con él la consciencia de que una nueva reconstrucción de la plantilla no sería catastrófico. Así, la limpia de los viejos valores le beneficiaron dándole la oportunidad de demostrar su valía desde la posición de center. Una demarcación para la que muchos creían que no estaba preparado por su falta de centímetros pero a la que se ha acoplado a base de garra. Como ejemplo de esta adaptación queda en la retina la jugada que Noah protagonizó en la tercera prórroga del sexto partido de la -histórica- serie entre Bulls y Celtics de la temporada pasada. El pívot robó el balón a Pierce en los instantes finales del partido y se fue directo a la canasta rival donde le propinó al 34 de los verdes un brutal mate in your face que supuso, además, su sexta personal. Una jugada redonda que retrata la evolución del francés.

El jugador que dijo que no le preocupaba su salto a la NBA porque afortunadamente tenía el frigorífico lleno sigue hambriento. Un apetito voraz que, sin duda, echan mucho de menos los Bulls.

martes, 9 de marzo de 2010

Lance Stephenson, rompiendo clichés

Stephenson en un torneo callejero. Foto: ESPN.com

Lance Stephenson es el penúltimo jugador nacido al amparo del siempre productivo asfalto del Rucker Park neoyorquino. Uno de esos jóvenes jugones de aroma callejero que, de vez en cuando, amenazan con irrumpir en el establishment del baloncesto mundial. Una historia que, en ocasiones, suena algo repetitiva en un mundo que fagocita nuevos valores de una forma veloz y voraz.

Born Ready, que es como se apodó a este jugador que lleva desde los 14 años compitiendo con los más grandes en los torneos veraniegos que se disputan en las calles de Nueva York, se formó en el baloncestístico Instituto Lincoln. Lugar de procedencia de jugadores como Stephon Marbury o Sebastian Telfair y que fue magistralemte retratado por Spike Lee en la película He got game -traducida aquí como 'Una mala jugada'-.

Con estos antecedentes, la adolescencia de Stephenson ha estado marcada por las luces de los focos. Los mismos que, por ejemplo, le alumbraron con sólo 17 años para ser portada de la revista Dime (leer). Esta prematura fama le ha hecho cometer una serie de errores extradeportivos que le han generado una cierta fama de díscolo y egoísta. Un caldo de cultivo común en casos precoces como el suyo y que hacía preveer un paso fugaz por el baloncesto universitario en busca del dinero existente en el mundo profesional. One and done, como ya hicieron otras estrellas de high school como OJ Mayo o Michael Beasley.

Su llegada a Cincinnati se puede calificar de accidental y, en cierto modo, sorprendente. Stepehnson fue el último recruit de los llamados importantes en elegir destino. Con el mercado confundido por el cambio de Calpiari de Memphis a Kentucky parecía que Born Ready se quedaba sin sitio en la NCAA. Además, algunos asuntos extradeportivos como un arresto por un presunto abuso sexual empañaban más -aún- su imagen. Por ello cuando el escolta se decidió por los Bearcats parecía una elección desesperada más que otra cosa. La última opción.

Sin embargo parece que Stephenson ha encontrado por fin su sitio. El jugador que llegó a tener problemas por su individualismo y afán anotador en sus años de instituto ha conseguido integrarse en un equipo famoso por su concepto colectivo del juego. Un perfil, en principio, contrario a su estereotipo. Lance, que es el máximo encestador histórico del estado de Nueva York -que no es moco de pavo precisamente- es también el freshman que más puntos ha anotado en la siempre competitiva Big East, aunque sus 12 puntos por encuentro parecen pocos para él.

No obstante, se muestra feliz con su decisión. Tanto que ha declarado que su intención es la de continuar un año más en la NCAA (leer), pese a estar físicamente preparado para la NBA. Con sus mejores cualidades intactas, esto es un físico prodigioso y un manejo de balón demoledor forjado a base de crossovers, Stephenson parece firme en seguir creciendo. El chico que nació listo parece dispuesto a esperar, lo cual le convierte en especial -de verdad-.

Actualización

Finalmente Stephenson ha cambiado de opinión y probará en la NBA (leer).

jueves, 4 de marzo de 2010

Mi rookie favorito

Curry supera a Baron Davis. Foto: csnbayarea.com

No es ningún secreto que, salvo catástrofe mayúscula, el premio al mejor debutante del año va a ir a manos de Tyreke Evans. Se trata de una temporada en la que, por diversos factores, la apuesta de los Kings no ha tenido mucha competencia. Su dominio entre los rookies ha sido incontestable al convertirse, quizás junto a Jennings -cuyo rendimiento no se puede calificar de fiable-, en el único que ha logrado impactar lo suficiente para que se le considere jugador franquicia de su equipo desde el mismo año de su aterrizaje en la liga.

Pero, aunque escasa, más allá del duelo Evans-Jennings -si es que alguna vez ha habido duelo- existe algo de vida en el panorama de los novatos. Con el número uno lesionado, el dos en la NBDL o el cinco en la ACB la situación no parece muy esperanzadora, es verdad, aunque una alegría llega a la NBA desde el número siete. La confirmación de que Stephen Curry puede rendir entre los mayores.

Pese a protagonizar alguna de las mayores exhibiciones individuales de la NCAA, la llegada del hijo del mítico Muñequita Linda Curry a la NBA no estuvo exenta de dudas. Su escasa talla o su procedencia, la pequeña universidad de Davidson donde él era la única referencia, fueron algunos de los argumentos esgrimidos en su contra. A éstos se les unió las voces críticas que desaconsejaban su aterrizaje en la bahía de Oakland, un equipo en el que podría explotar sus condiciones ofensivas pero en el que se dudaba de su capacidad de formar un buen tándem con otro comboguard undersized como él, Monta Ellis.

Sin embargo, cuando el ecuador de la temporada ya ha pasado, se podría decir que Curry es la única alegría de unos Warriors masacrados por las lesiones y que, un año más, volverán a ver los Playoffs desde la televisión. El pequeño novato se ha destapado en la NBA como un jugador completo. Mucho más que el monodimensional tirador que algunos quisieron ver en su etapa universitaria. A su voraz apetito anotador, el rookie ha mostrado una más que aceptable aptitud defensiva -contextualizada en un equipo como los actuales Warriors, eso sí- y, además, un cierta facilidad de asociación. No es un chupón, ni mucho menos. Le gusta tirar, obviamente, y ésta sigue siendo su mejor característica, pero el run & gun de Nelson le permite doblar el balón haciendo que promedie más de cinco asistencias por noche.

A base de clase, talento y ganas de trabajar Stephan Curry se ha abierto un hueco en la elite del baloncesto mundial, y lo ha hecho superando estúpidos prejuicios.

Enlaces relacionados:
How good is Stephan Curry?

martes, 2 de marzo de 2010

Las jóvenes pistolas de New Orleans

Collison ha sido nombrado mejor rookie de febrero en el Oeste. Foto: NBA.com/hornets

El devenir de los Hornets por la liga estos últimos años carece de un sentido lógico. Tras una fantástica temporada en la que fueron, sin duda, el equipo revelación de la liga, y que le valió a su técnico, Byron Scott -ya en el paro-, el galardón al mejor entrenador, el año pasado se desinflaron de manera inexplicable hasta caer en primera ronda sin ofrecer mucha resistencia a los Nuggets de Billups.

Es por ello que desde la gerencia de la franquicia quisieron reflotar el proyecto deportivo deshaciéndose de la pieza más prescindible del conjunto, el a la postre lesionado Chandler, por el siempre sólido, aunque algo estancado, Emeka Okafor. Un cambio significativo pero que no tuvo un peso real en el rendimiento de la plantilla de Louisiana.

Pese a contar con el que probablemente sea el mejor base de la liga en sus filas, Chris Paul, el equipo no terminaba de funcionar. CP3 parecía más obsesionado en aumentar sus promedios anotadores que en distribuir juego, quizás debido al poco rendimiento mostrado por sus segundas espadas, y los Hornets se dibujaban como un equipo no preparado para la postemporada. ¿De las semifinales de conferencia a ver los Playoffs por la tele? Sin duda una ruta extraña para un equipo fundamentado sobre dos jóvenes pilares como Paul y David West.

Por ello, cuando el base estrella cayó lesionado, el panorama pasó de gris oscuro a negro en la ciudad del Mardi Gras. Sólo en el momento en el que todo parece perdido los hombres son completamente libres, porque no tienen miedo a arriesgar en sus decisiones y, como muchas veces ocurre en esto del basket, de la desesperación colectiva ha nacido la única alegría que se van a poder llevar los aficionados de la ciudad del jazz esta temporada -baloncestísticamente hablando, claro, que alguno aún estará celebrando por las calles de New Orleans el triunfo de la Superbowl-.

Dos jóvenes rookies, dos guards inspirados y descarados han tomado la responsabilidad de guiar las riendas del equipo durante la ausencia del todopoderoso Paul. Darren Collison y Marcus Thornton han hecho del solar que parecían los Hornets su particular patio de colegio. Un sitio en el que pueden hacer y deshacer a su antojo. Soltarse y mostrar todo su juego.

En una generación de prestigiosos bases, Collison, el último producto de la factoría UCLA, lo que siempre es garantía de calidad, pasó algo desapercibido frente a otros jugadores más espectaculares y/o talentosos. Por ello, su desembarco en New Orleans no llamó mucho la atención. Sin embargo, la madurez demostrada a la hora de dar el paso adelante en la dirección del equipo le ha puesto en la vanguardia de una generación de novatos que ha refrendado las pocas expectativas que se tenía sobre ella.

Thornton, por su parte, llegó a la NBA con fama de jugador inconsistente. Un anotador voraz capaz de venirse abajo en cualquier fase del encuentro. Es por esto que su nombre no sonó hasta la segunda ronda, cuando los Heat le escogieron en la posición número 43. Este hecho le podría convertir en el autentico robo del draft -a DeJuan Blair ni lo cuento porque no me explico como cayó tan bajo cuando todo el mundo sabía que era muy bueno-.

La explosión de estos dos novatos ha conseguido que los Hornets sigan en la pelea por los Playoffs y llenan de esperanza el futuro de la franquicia aunque plantea una seria duda a su entrenador; ¿cómo darles continuidad cuando Paul, amo y señor de la franquicia, vuelva a la actividad?

lunes, 1 de marzo de 2010

Los Wizards activan el 'Plan B'

Blatche es la nueva esperanza de la capital

Que la Conferencia Este no es la panacea de la competitividad es una realidad que lleva afectando a la liga desde hace varios años. Este hecho hace que sean varios los equipos que se puedan plantear una incursión en postemporada al comienzo de la temporada regular sin que esta sea una mera quimera. Aunque, como es lógico, desde el comienzo hay equipos que, siempre sobre el papel, cuentan con más posibilidades que el resto; ya sea por calidad teórica de la plantilla, por aglutinar a un buen número de superestrellas o por rendimiento del bloque en años anteriores.

Este es el caso de los Washington Wizards, equipo que hasta hace dos temporadas acostumbraba a rivalizar de tú a tú frente a los poderosos Cavs del Rey James en la primera ronda de Playoffs. Un equipo alegre y vistoso fundamentado en tres pilares fundamentales aparentemente insustituibles: Arenas, Jamison y Butler. Un trío que colocó a la capital, esta vez bajo el nombre de Wizards, en el mapa baloncestístico tras más de dos décadas de fracasos deportivos -vuelta de Michael Jordan incluida-.

Sin embargo el éxito no llegó de la manera deseada. Tras una primera incursión en el torneo final en la que alcanzaron la segunda ronda, los siguientes tres años sólo pudieron morder el polvo frente a James y compañía en primera ronda, creando una de las rivalidades más encarnizadas de los últimos años y, según dicen las malas lenguas -odio esta expresión y no sé porque la uso-, algo de mal rollo en el vestuario capitalino.

No obstante, desde la dirección de la franquicia se decidió apostar por seguir confiando en su trío estelar y combinarlo con una serie de jóvenes jugadores que, a la larga, supondrían su válvula de escape. Tras el fiasco de este inicio de campaña y todo el problema surgido con el Agente Cero los Wizs decidieron romper la baraja y optaron por una reconstrucción brutal. Con sólo 30 millones comprometidos para la próxima temporada -de los que más de la mitad corresponden al contrato de Arenas- Washington es hoy en día un hervidero donde los más jóvenes tratan de mostrar su valía. Una jungla que, en contra de lo esperado, también está funcionando en lo colectivo.

Con el sorprendente liderazgo de Andray Blatche, desde el parón del Allstar Weekend promedia 26 puntos y casi 12 rebotes por noche, Washington ha ganado cuatro partidos y ha perdido tres. Un balance nada espectacular pero que no empeora, para nada, los registros obtenidos por las estrellas. Mismo rendimiento a menor coste, cuanto menos no parece una mala operación. Además, de no estancarse a lo Ramon Sessions, los Wizards han ganado un pívot para muchos años, que viendo el panorama no está nada mal.

viernes, 19 de febrero de 2010

La gran (y última) oportunidad

Sergio en su etapa en Sacramento. Foto: ABC.es

Sólo ha sido un mero secundario dentro del baile de grandes contratos que se produjo durante la jornada de ayer, pero, sin comerlo ni beberlo, Sergio Rodríguez se encuentra ante la que es su gran oportunidad dentro de la NBA al desembarcar en New York involucrado dentro de la operación McGrady.

El canario llegó hace cuatro años a la NBA, con el título de campeón del Mundo bajo el brazo. Sergio aterrizaba en una liga que, en teoría, premia el juego ofensivo y alegre en detrimento de los sistemas defensivos y la obsesión por la táctica que en ocasiones amordaza al baloncesto FIBA. Todo parecía estar, por lo tanto, a su favor de su aventura americana. Tenía tiempo, llegó sólo con 21 años, y talento para hacerse un hueco entre los grandes.

Durante aquella época -aunque todavía queda algún trasnochado que sigue en sus trece- Sergio tuvo que luchar contra aquellas voces agoreras que dicen que un jugador europeo debe dominar el viejo continente antes de probar suerte en Estados Unidos. Una teoría que, incluso, el gran Aíto quiso aplicar a Pau cuando era su entrenador en el Barça y que, afortunadamente, ha quedado en desuso tras los éxitos de jugadores como Nowitzki o Parker.

Pero el principal problema que se encontró el canario no fue su juventud, similar a la de otros compañeros de promoción procedentes del draft, sino el de un entrenador que, simplemente, nunca confió en él. McMillan tenía -y tiene- una visión muy clara de lo que quiere para sus Blazers. Unos planes que, sin duda, han dado sus frutos pero que no incluían al joven base.

No obstante, ésta no fue la última bofetada que Rodríguez se ha llevado. Este verano El Chacho llegó a Sacramento donde tampoco ha conseguido abrirse un hueco en la rotación del equipo pese a no realizar malos partidos en la época en la que dispuso de oportunidades. En esta ocasión un prometedor rookie, Tyreke Evans, se cruzó en su camino.

Pero finalmente, cuando más oscuro parecía estar, se abre una luz en el futuro de Mojo Picón. Los Knicks de Mike D’Antoni, el mismo que dio luz verde a su traspaso desde Phoenix a Pórtland la noche del draft en el que Sergio fue seleccionado, llegan a la vida del jugón. De rebote, sí, pero llegan. Con la sola competencia de Duhon, un base de perfil bajo, y de Eddie House, un tirador reconvertido a uno en Boston por la falta de efectivos, Rodríguez debe estar en posición para hacerse con un hueco en la escueta rotación del técnico italo-americano.

Run&gun, poca responsabilidad defensiva y un público falto de alegrías son los argumentos que corren a su favor. Pero lo mejor, es que sólo depende de él.