miércoles, 26 de mayo de 2010

Los otros Suns

Admunson y Dudley celebran la segunda victoria ante Lakers. Foto: NBA.com

Phoenix es la sorpresa agradable de estos Playoffs. El que parecía una proyecto agotado al comienzo del torneo, no sólo se ha plantado en Finales de Conferencia de una manera más que digna -con un 4-0 a los Spurs incluido- sino que, en la noche de ayer, colocó el 2-2 en el marcador tras ganar los dos primeros partidos jugados en Arizona. Van a vender cara su derrota, probablemente a sabiendas de que esta puede ser su última oportunidad en mucho tiempo.

Parece el último resorte para un equipo fundamentado en la magia de Steve Nash. El doble ganador del MVP cuenta ya con 34 años y, pese a que sigue en un estado de forma excepcional, no le quedan muchos cursos más a pleno rendimiento físico. Pero, si la dirección y estilo del base continúa siendo el santo y seña del equipo, algo ha cambiado en el planteamiento de los del desierto. D'Antoni se fue, y con él la escuálida rotación de ocho jugadores como máximo. El banquillo ha cobrado especial importancia en los Suns, un refresco necesario para el veterano quinteto inicial.
Dragic, Barbosa, Dudley, Frye y Admunson son la otra cara de Phoenix. Sin una calidad especial o una técnica particularmente depurada, la segunda unidad de los Suns se ha caracterizado por imprimir energía e intensidad al partido, manteniendo e, incluso, dinamitando el choque a favor de los suyos. Erigiéndose en auténticos protagonistas del encuentro en varios momentos puntuales, y fundamentales, de la postemporada. Así, por ejemplo, en la noche de ayer fueron los encargados de finiquitar el encuentro ante los Lakers en el último cuarto o los 26 puntos que Dragic anotó en San Antonio en el tercer partido de la serie.

Una pareja es la que personaliza este cambio de rol, la formada por Dudley y Admunson. Dos de esos jugadores limitados en lo baloncestístico pero capacitados para vaciarse desde que ponen el pie sobre el parquet. Brega y lucha por bandera. Una aportación esencial en lo anímico. Siempre generosos en el esfuerzo, su actitud se contagia al resto del equipo en los momentos críticos. Así, no es raro verles salir a la cancha cuando el equipo se obceca, haciendo el papel de microondas que, en un principio, no deberían tener asignado. No aportan dirección, ni claridad de ideas, ni siquiera una anotación espectacular. Pero con ellos la lucha está asegurada y cada balón parece la última posesión de una final. Un comportamiento ejemplar que mantiene a los rivales a raya.

Los Suns ya no sólo juegan bonito y ahora imprimen mala leche cuando es necesaria. Una combinación que mantiene fresco y activo a uno de los grupos más veteranos de la liga. El lubricante que mantiene engrasada a la vieja máquina.

jueves, 20 de mayo de 2010

Trabajo duro, juego duro

El secreto está en el bloque. Foto: Northstationsports.com

Existe un tópico bastante extendido en el baloncesto que dice que el trabajo duro vence al talento cuando el talento no trabaja duro. A lo que no hace referencia esta expresión es que, en ocasiones, la facultad de trabajar duro no deja de ser un tipo de talento. Un don con el que algunos deportistas nacen y que los diferencia del resto de contendientes. Además, se da la circunstancia de aquellas rara avis que a una facilidad para el juego innata unen una capacidad sacrificio extraordinaria. Teóricas excepciones, sí, pero que esta temporada se han dado cita en Boston, conjuntando el equipo más competitivo de la NBA. Porque lo que fue el nuevo Big Three, el núcleo que delvolvió a los míticos Celtics la gloria del triunfo, no se han conformado con su anillo. Han vuelto. Con el mismo espíritu. Con un miembro más.

Y es que ya no se puede hablar de un trío estelar. Porque dejar fuera de este estatus a Rajon Rondo sería demasiado injusto para con la atribución del veloz base. Porque creer que estos Celtics se han erigido como los máximos protagonistas de estos Playoffs -sin olvidar nunca a los Suns, claro- gracias a la calidad de sus superestrellas resulta demasiado simplista. En estos momentos, los verdes ejemplifican a la perfección el concepto de bloque, de conjunto, trasladado a una pista de baloncesto. Compactos. No hay por dónde meterles mano. Sin puntos débiles ni fisuras. Juegan duro. Defienden duro. Y pobre del que trate de cambiarles la dinámica.

Los Cavs se presentaron ante ellos con la vitola de máximos favoritos al anillo. Con una defensa presumiblemente inexpugnable. Con el jugador más decisivo de la liga. Pero a siete partidos un hombre, aunque en ocasiones parezca un cyborg, nunca va a eliminar a cinco. Y más si estos están dirigidos por un entrenador al que el presuntuoso apelativo de Doc no le queda grande. Juntos descubrieron el equivalente baloncestístico a la fórmula de la Coca-Cola, cómo parar a James. El Elegido llegó a la NBA sin una mecánica de tiro muy depurada. Una tara que se esforzó en remendar y que llegó a reemplazar por un más que fiable tiro de tres pero que escondía un recobeco que el estudioso coach Rivers supo explotar como nadie había hecho antes, El Rey tira mal de media distancia. Lo dice su rango de lanzamientos (ver). Lo confirma su prematuro adiós a la temporada.

Pero la ambición céltica pide más. Por ello no se han abandonado a la auto complacencia. Por eso ayer arrancaron la segunda victoria en Orlando dinamitando el factor cancha a unos Magic que se habían presentado en la Final del Este presumiendo de imbatibilidad. Antoni Daimiel achaca gran parte del resultado a una mala conducción de Van Gundy desde el banquillo de los de Disneyworld (leer). Una visión que puede resultar acertada, pero que responde a un escenario maquiavélicamente perpetrado por Rivers y magistralmente interpretado por sus soldados. A saber, los Magic carecen un base real que mueva el balón para su característico ataque basado en el triple. El rol que el año pasado asumía Turkoglu, vamos. Ése es el botón a presionar. Y en ello andan los de verde -con gran éxito-.

Un trabajo duro que de momento ha eliminado a dos de los máximos talentos del presente, Wade y LeBron, y que previsiblemente lo hará con un tercero, Howard. Pero en el que subyace un especial don para este tipo de empresas. El que poseen jugadores poco estéticos o especialmente dotados de clase o técnica como: Kendrick Perkins, Glenn Davis o Tony Allen. Pero que también poseen antiguos superclases como: Rasheed Wallace, Kevin Garnett o Paul Pierce. Auténticos artistas del juego duro. Perros viejos, con mil y una tretas para desquiciar a sus adversarios.

Espíritu, ambición y talento. Los Celtics, un año más, van en serio.

martes, 18 de mayo de 2010

LeBron apunta hacia Chicago

¿Posibles compañeros? Foto: ESPN.com

Con la prematura eliminación de los Cavaliers a manos de los siempre serios Celtics en la segunda ronda de los Playoffs se desató de manera definitiva la carrera por LeBron James, jugador que acaba contrato en Cleveland y ha decidido salir al mercado para tantear sus posibilidades. La adquisición del Rey sin corona ha sido el principal objetivo de la mayoría de franquicias de la liga, algunas de las cuales, como New York, llevan dos años haciendo hueco salarial con el que poder atraerlo hasta su ciudad. Una misión de la que poco a poco se han ido desmarcando varios equipos, al fin y al cabo James sólo hay uno, y en la que permanecen fundamentalmente cuatro equipos -además de los propios Cavs, claro-: Nets, Clippers, Knicks y Bulls.

Hasta el momento, el culebrón LeBron se ha caracterizado por la búsqueda del detalle, en ocasiones de una manera cuasi-esquizofrénica. Así, situaciones en principio intrascendentes -muchas de ellas provocadas a propósito por el propio jugador- como el color de zapatillas usadas en un determinado partido o el logotipo en una gorra de baseball han provocado miles de interpretaciones de lo más dispares. Al entorno del baloncestista le ha interesado, durante todo este tiempo, mantener la incertidumbre en una respuesta que se ha querido demorar mientras King James seguía en competición.

Paradógicamente, el equipo que menos ruido ha hecho durante este periodo, Chicago Bulls, es el que mejor se ha posicionado tras lo que parece la primera filtración seria desde el lado del alero. Todos los medios norteamericanos se han hecho eco de una presunta llamada telefónica que El Elegido habría hecho Derrick Rose interesándose sobre su el impacto que tendría en el vestuario su posible ingreso en la franquicia que hizo legendaria Michael Jordan (leer). Un movimiento que pondría de manera definitiva a los de Illinois en la cabeza de la liga.

Excluyendo a Cleveland, que como se ha demostrado en estos Playoffs necesitaría la enésima reestructuración de su plantilla para poder darle un anillo a su niño bonito, los Bulls son los únicos candidatos que tienen una cierta planificación de futuro que no incluye a James como pieza fundamental. De hecho, LeBron nunca ha sido el objetivo principal puesto que la idea primigenia de Paxon -y quizás la más lógica- es usar el espacio salarial existente para atar a un poste de calidad que compense la desigualdad exterior-interior existente en la plantilla del United Center. Pero, ¿quién le puede decir que no al jugador que acaba de ganar su segundo MVP de manera consecutiva?

Actualmente sólo Rose, Deng, Noah, Hinrich, Johnson y Gibson tienen contrato para la próxima temporada. Una base joven y, sobre todo, de calidad que podría acercar a James al título. De hecho, sin él, los Bulls han conseguido disputar este año la postemporada y su margen de mejora es bestial. Además, Chicago es la tercera ciudad de Estados Unidos y los Bulls una de las franquicias más mediáticas existentes. El sitio desde el que His Airness inició su imperio, el espejo comercial en el que se siguen mirando todos los deportistas del mundo y el patrón que desde Nike, principalmente, ha seguido desde que firmaron a LeBron.

El siguiente paso a seguir por los Bulls es la contratación de un entrenador que ocupe el hueco existente tras la destitución de Vinny del Negro. Un hombre que termine por convencer al codiciado alero para que se sume al proyecto de Illinois. Todos los ojos apuntaban a Calipari, que sin embargo ha afirmado desear continuar en Kentucky. Una dirección fiable desde la banda, precisamente la pieza que parece haber fallado este año en Cleveland, podría hacer al de Akon decantarse por uno u otro equipo. Y es que, al fin y al cabo esta va a ser la primera vez en su carrera que El Elegido va a poder elegir su destino.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Baloncesto, política y mercadotecnia

Nash con la camiseta que su equipo lucirá esta noche. Foto: NBA.com

Si hay un tema que en estos momentos copa la actualidad norteamericana ese es la polémica suscitada a raíz de la aprobación de la nueva Ley de Inmigración del estado de Arizona. La más dura del país y que, por ejemplo, permite a un policía detener a cualquiera que “sea sospechoso” de ser inmigrante ilegal. Esto es, de hacer una segmentación de la población por perfiles raciales haciendo objeto de ella a todas aquellas personas que tengan rasgos latinos. Una circunstancia que, para sus opositores, choca frontalmente con los derechos civiles que tan traumática implantación tuvieron en Estados Unidos.

La medida, que ha sido objeto de protesta en los núcleos más importantes del país, vuelve a tomar relevancia por su llegada a un escenario tan poco común para las cuestiones políticas como es el deporte profesional estadounidense. Quizás uno de los principales motores económicos y que, tradicionalmente, siempre ha vivido en una extraña dicotomía entre el conservadurismo existente en su cúpula dirigente y la sensibilidad a los problemas racistas existente entre los deportistas, en el caso del baloncesto con una gran mayoría de jugadores de raza negra. Así, no es raro ver que desde la propia NBA se impulsen campañas de apoyo a ciertos temas sociales como puede ser el medio ambiente, incluso tiene su propia división dedicada a la ejecución de obras de caridad llamada NBA Cares, aunque siempre desde un prisma muy superficial. Sin tratar de ofender a cualquier potencial consumidor, sea cual sea su perfil ideológico, y alejado de cualquier tipo de posicionamiento.

En medio de toda esta vorágine, se ha conocido que el equipo de baloncesto de la capital de Arizona, Phoenix, saldrá esta noche a jugar el segundo partido de su eliminatoria contra San Antonio con la inscripción “Los Suns” en su pecho. Un recurso que, hasta ahora, se había utilizado por diferentes franquicias en lo que se conocía como “noches latinas” y que tenían como objetivo identificar a los equipos con el nicho de mercado que suponen las diferentes comunidades latinoamericanas de cada ciudad, esas que ahora se encuentran bajo sospecha tras la entrada en vigor de la polémica ley.

La medida nace del propietario del equipo, Robert Sarver, que ha declarado que esta es la manera de su organización de “honrar la diversidad existente en el equipo, en Arizona y en el país”. Para Sarver la ley resulta “deficiente” y “pone en tela de juicio la igualdad de derechos y de protección ante la ley”. Steve Nash, estrella de los Suns y uno de los jugadores más comprometidos políticamente, también se ha mostrado contento con la medida de su equipo. “La ley envía un mensaje negativo a los jóvenes de nuestra comunidad así que es genial que el dueño haya decidido mostrar su disconformidad. Tiene a todos los jugadores con él”, afirmó el base, que hizo 33 puntos y 10 asistencias en el primer partido de la serie.

Lo que nació como una forma de ingresar más dinero dentro de esa gran escuela de márketing que es la NBA actual se ha tornado en una ingeniosa protesta política. Y lo hace, además, con el oportunismo de una buena campaña de publicidad, aprovechando el Cinco de Mayo, día del orgullo mexicano en EE.UU.