J-Will es un jugador cuya grandeza no se puede medir desde el plano estadístico ni el pragmatismo más puro. Para valorarlo correctamente hay que fijarse en el impacto que su llegada causó no sólo en los Sacramento Kings, a los que cambió la cara, sino en toda la liga que pronto le erigió como uno de sus símbolos más visibles. Williams personificaba a la perfección la idea abstracta que todos tenemos en la cabeza de lo que debe ser
Por eso, para plantar pleitesía a tan genial jugador, lo mejor será dejarse de palabrerías y volver a deleitarnos una vez más de aquel maravilloso juego que Chocolate Blanco se atrevió a practicar y que convirtió tantos madrugones en placenteros momentos de basket.
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