Si repasamos la plantilla de los Bobcats nombre por nombre nos encontramos que estamos ante una buen equipo. Una franquicia que en condiciones ideales no debería tener muchos problemas para clasificarse en Playoffs en la conferencia débil. Pero la realidad nos dicta una situación completamente dferente. Ya sea debido a problemas de lesiones o a que algunos de sus jugadores no han ofrecido lo que se esperaba de ellos la franquicia de Carolina sigue anclada entre las últimas del Este.
Para dar un vuelco a la inercia perdedora de la franquicia Michael Jordan se ha hecho con uno de los entrenadores clásicos de la liga, Larry Brown. A priori, el talante defensivo del técnico no debe ser del todo contraproducente con la composición de la plantilla aunque tampoco parece el perfil más idóneo para estos Bobcats.
El segundo gran movimiento de este verano ha sido la renovación de Emeka Okafor. El que fuera nombrado el mejor rookie en 2005 firmó con los Bobcats por 72 millones de dólares y seis años tras haber intentado tantear el mercado sin encontrar un destino que le ofreciese un contrato mejor. Okafor queda así refrendado como la gran apuesta de Charlotte, algo que él deberá de ratificar sobre la cancha.
Y es que si hablamos de jugadores que han ofrecido menos de lo que su progresión podía prever el primer caso que viene a la cabeza es el del jóven pívot. Nombrado rookie del año por delante de Dwight Howard el de la Universidad de Connecticut parece haberse quedado algo estancado en su juego siendo un pívot duro y rocoso en aspectos defensivos pero quizás demasiado limitado en ataque. Y no es que se trate de compararle con todo un fenómeno como Superman si no con todo lo que su potencial ha dejado entrever en sus años de formación. El otro jugador que no ha sabido dar el paso adelante que de él se precisaba es Jason Richardson. En su primera temporada fuera de los Warriors no ha sabido reivindicarse como un líder capaz de devolver a Charlotte a las luces de los Playoffs. Este año volverá a tener la responsabilidad de ser el jugador exterior referencia de los Bobcats, una nueva oportunidad de reivindicarse como algo más que un prolífico anotador.
El puesto de base queda bien cubierto con Raymond Felton y el rookie DJ Agustin. Dos bases con grandes aptitudes ofensivas que deberán bajar el culo en defensa para agradar a su nuevo técnico. En las alas Gerald Wallace monopolizará, junto a J-Rich, la mayoría de minutos de juego. Wallace es de esa clase de jugadores que sin hacer un excesivo ruido son capaces de aportar en todas las facetas de juego. A la espera está el ver que puede ofrecer Adam Morrison al equipo. Si las lesiones le respetan medianamente debería ser el primer reserva pero su historial médico no anima a fomentar el optimismo respecto a él.
El juego interior es la parte más débil de estos Bobcats. Si obviamos por un momento los antecedentes médicos Nazr Mohamed, Sean May y el propio Okafor se repartirían gran parte del partido dejando al joven Davidson los minutos de la basura. Mohamed es un jugador capaz de firmar buenos números saliendo como reserva pero que resulta insuficiente saliendo desde el cinco inicial. Mientras que Sean May es un jugador de una calidad contrastable pero que no ha tenido suerte con las lesiones. No obstante la debilidad interior es una constante en muchas franquicias de la NBA por lo que tampoco debería ser óbice para una posible candidatura a postemporada.
Para dar un vuelco a la inercia perdedora de la franquicia Michael Jordan se ha hecho con uno de los entrenadores clásicos de la liga, Larry Brown. A priori, el talante defensivo del técnico no debe ser del todo contraproducente con la composición de la plantilla aunque tampoco parece el perfil más idóneo para estos Bobcats.
El segundo gran movimiento de este verano ha sido la renovación de Emeka Okafor. El que fuera nombrado el mejor rookie en 2005 firmó con los Bobcats por 72 millones de dólares y seis años tras haber intentado tantear el mercado sin encontrar un destino que le ofreciese un contrato mejor. Okafor queda así refrendado como la gran apuesta de Charlotte, algo que él deberá de ratificar sobre la cancha.
Y es que si hablamos de jugadores que han ofrecido menos de lo que su progresión podía prever el primer caso que viene a la cabeza es el del jóven pívot. Nombrado rookie del año por delante de Dwight Howard el de la Universidad de Connecticut parece haberse quedado algo estancado en su juego siendo un pívot duro y rocoso en aspectos defensivos pero quizás demasiado limitado en ataque. Y no es que se trate de compararle con todo un fenómeno como Superman si no con todo lo que su potencial ha dejado entrever en sus años de formación. El otro jugador que no ha sabido dar el paso adelante que de él se precisaba es Jason Richardson. En su primera temporada fuera de los Warriors no ha sabido reivindicarse como un líder capaz de devolver a Charlotte a las luces de los Playoffs. Este año volverá a tener la responsabilidad de ser el jugador exterior referencia de los Bobcats, una nueva oportunidad de reivindicarse como algo más que un prolífico anotador.
El puesto de base queda bien cubierto con Raymond Felton y el rookie DJ Agustin. Dos bases con grandes aptitudes ofensivas que deberán bajar el culo en defensa para agradar a su nuevo técnico. En las alas Gerald Wallace monopolizará, junto a J-Rich, la mayoría de minutos de juego. Wallace es de esa clase de jugadores que sin hacer un excesivo ruido son capaces de aportar en todas las facetas de juego. A la espera está el ver que puede ofrecer Adam Morrison al equipo. Si las lesiones le respetan medianamente debería ser el primer reserva pero su historial médico no anima a fomentar el optimismo respecto a él.
El juego interior es la parte más débil de estos Bobcats. Si obviamos por un momento los antecedentes médicos Nazr Mohamed, Sean May y el propio Okafor se repartirían gran parte del partido dejando al joven Davidson los minutos de la basura. Mohamed es un jugador capaz de firmar buenos números saliendo como reserva pero que resulta insuficiente saliendo desde el cinco inicial. Mientras que Sean May es un jugador de una calidad contrastable pero que no ha tenido suerte con las lesiones. No obstante la debilidad interior es una constante en muchas franquicias de la NBA por lo que tampoco debería ser óbice para una posible candidatura a postemporada.
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