martes, 17 de febrero de 2009

La NBA siempre tiene algo que vender

Kobe y Shaq agradecen el galardón. Foto: NBA.com

No fue un partido de las estrellas especialmente lustroso. La desigual composición de los equipos y la polémica designación de algunos participantes hacían que presagiar lo que el desarrollo del partido confirmaría más tarde. El encuentro iba a resultar aburrido en lo que a competición se refiere por lo que la NBA debía buscar alguna alternativa que hiciese el evento atractivo para el espectador.

Para ello contaban con un as en el bolsillo. Una carta que suponía una apuesta segura al espectáculo. Shaquille O’Neal estaba presente, debido a méritos deportivos, por decimoquinta vez en el All-Star Game y, encima, este se realizaba ante el que -al menos hasta ahora- es su público. Así que desde su presentación, donde se marcó un bailecito demostrando que sigue controlando al milímetro el concepto de show, se postuló como el protagonista absoluto del evento.

Si a esto añadimos que volvía a compartir equipo con Kobe Bryant y que en el banquillo se sentaba Phill Jackson la fórmula se mostraba más que clara. Y Shaq respondió, vaya si respondió. El pívot fue el único capaz de aportar una nota de alegría en un aburrido partido al que el disfraz de encuentro serio le duro algo menos de dos cuartos. Un pase de quarterback mirando al tendido, una jugada típica de alero con caño al rival incluído o su clásico mate con el que antaño destrozaba tableros fueron algunas de las jugadas que Diesel desplegó sobre el parqué colocando así una leve sonrisa en los aficionados.

Sólo 11 minutos le bastaron a O’Neal para erigirse en el referente del partido. 17 puntos, cinco rebotes y tres asistencias para el Gran Cáctus. Por otro lado Kobe Bryant firmó, sin forzar, las mejores estadísticas individuales del encuentro. Todo había salido a pedir de boca. MVP compartido para la parejita que consiguió tres anillos consecutivos para los Lakers y cierre al pique entre los componentes del tándem que dominó el principio de siglo. La NBA siempre tiene algo que vender.

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